jueves, 31 de mayo de 2012

Peleas matriarcales

Durante las últimas dos semanas los zorrillos se han desparramado por la dehesa. Una vez localizada la morada de la zorra número tres y conforme el verano se acerca, con sus altas temperaturas he podido observar como las hembras han ido desplazando progresivamente sus camadas hacia la parte más umbría de la dehesa en la que aún la hierba está verde y además se encuentra cerca de una charca próxima.
Seguramente los zorrines acompañen por la noche a su madre a beber y quizá esta les esté enseñando a cazar. Por ahora no he podido ver ninguna escena de este tipo. 
Lo que si he podido comprobar es la fricción entre las dos hembras por los recursos y el territorio y los intentos del macho por frenar las peleas.
En las descripciones etológicas sobre zorros nunca he leído nada sobre peleas entre hembras aunque si entre machos. De hecho, incluso en los cuadernos de Félix Rodríguez de la Fuente se describen y presentan una serie de dibujos de peleas entre machos, similares a las fotos que aquí os presento.
Esta fricción entre las hembras se ve compensanda por la actuación del macho que impone su autoridad acercándose hasta las hembras y cargando sobre ellas con la cola levantada en actitud dominante y con el objetivo de separarlas.
Es muy fácil distinguir cuando una u otra va a cargar sobre la contraria pues adoptan una postura de ataque y justo antes de hacerlo intentan disminuir la tensión con posturas de sumisión agachando las orejas y tumbándose en el suelo con ligeros gemidos,  pero no consigo identificar cual es la postura desencadenante del ataque. Con tomas de vídeo sería mucho más sencillo pero por ahora sólo cuento con imágenes fijas.
Por otra parte, durante los desplazamientos de ambas camadas se ha producido un suceso curioso durante dos o tres días. En un corto período de tiempo, que ha coincidido con las peleas, ambas hembras  han juntado las dos camadas entre la maraña de las encinas taladas y según llegaba una hembra u otra, aunque todos los cachorros acudían a su llamada, la hembra seleccionaba a sus cachorros y les prestaba atención, a la par que amenazaba e incluso llegaba a morder a los cachorros de la contraria, siempre de forma incruenta.
Pese a estas tensiones entre las hembras y entre hembras y cachorros de la contraria, la situación de guardería, en la que todos los cachorros estuvieron juntos bajo el mismo ramaje, se mantuvo durante unos tres días.
En la actualidad se han vuelto a separar las camadas y he vuelto a perder a los cachorros de la hembra número tres, la rabona. 







Realizadas con ISOs entre 2500 y 4000, siempre en ISO automático y cámara en modo M pese a que tiende a subexponer y Canon no ha previsto la posibilidad de compensación en manual al aplicar el AUTO ISO. Parámetros 1/640 f5,6 Canon EOS 5d Mark III y objetivo Canon EF 100-400mm f4,5-5,6 L iS

viernes, 25 de mayo de 2012

La morada de la Zorra número tres

Finalmente he localizado la ubicación de la madriguera de la zorra número tres.
Aquí os muestro algunas imágenes de la zorrera y su entorno.
Si queréis ver también imágenes de zorros en Cataluña podéis pasar por el blog de Oriol Alamany, un deleite fotográfico por su buen trabajo.


En la actualidad los zorros se están moviendo mucho pues los cachorros ya son grandes lo que dificulta su localización. Esta nueva zorra no creo que haya criado aquí pues la guarida se encuentra muy cerca de la que tenía la zorra número dos.





jueves, 24 de mayo de 2012

Nuevas imágenes de Tejón



En esta ocasión os muestro nuevas imágenes de tejón en la zona que he elegido para fotografiarlos. Además tienen el aliciente de que están emparejados. Esperemos tener suerte para sacar buenas tomas. Por ahora ya se me hace la boca agua con lo que se puede fotografiar.


Actualizo la entrada pues algunos amigos me habéis comentado que parece que se ve a trompicones y que da la sensación de que he querido borrar las fechas y horas en que se ha realizado. Os comento que he unido cuatro vídeos y por eso se ven los cortes mal realizados.
En relación con las fechas y horas, se ha realizado en torno al 20 de mayo y la hora en que los tejones aparecieron fue entre las 22:35 y las 23:00 horas.

lunes, 21 de mayo de 2012

Pico Menor con ceba

Entre la dehesa he podido localizar también a una pareja de Pico Menor que me ha permitido disfrutar de  algunas escenas de este pequeño carpintero.
Aquí os muestro al macho con ceba. Ha criado en una zona de encinas
pero ha utilizado una acacia para hacer su hueco y anidar.


Imágenes realizadas con cámara Nikon D7000 y Zoom Nikon 200-400 f4 VR I.
Dos flashes colocados fuera de la cámara, un SB-910 y un SB-24 en modo esclavo.

Para adquirir esta y otras imágenes puede usted contactar a través del mail

imagenesnaturales@gmail.com



© Francisco M. Martín - Imágenes Naturales

jueves, 17 de mayo de 2012

Cinco y dos: Siete cachorros

Tras la desilusión vivida el día anterior, acudí con nuevas fuerzas para continuar con el trabajo centrándome en la zorra número uno. Esperaba vivir unas jornadas memorables aunque las expectativas eran menores pues esta zorra sólo tenía dos cachorros. Nunca llegué a saber si había parido más y se le habían muerto o solamente había parido a dos cachorros. En todo caso debía continuar con el trabajo con esta familia.
De nuevo me preparé en la zona y acudí con la intención de esperar acontecimientos.
Como siempre llego intentando hacer el menor ruido y me apuesto tranquilamente e intento echar una cabezada pues,  a poco ruido y molestia que se haga, nuestra presencia no deja de ser una interferencia para los zorros.
Allí estaba, dormitando a la espera de acontecimientos cuando noté un ruido extraño y asomé ansioso la cabeza para descubrir en las cercanías una nueva zorra que pasaba inquieta por la zona. Se la distingue fácilmente por su aspecto desaliñado y quizá alguna enfermedad en la piel pues, como podéis ver en la foto, tiene el rabo pelado.

Hembra nueva en la zona. Se aprecian claramente las mamas por lo que debe haber parido también en las inmediaciones.

Al avistarla no puede identificar su sexo pero al revisar posteriormente las imágenes tomadas le descubrí las ubres. Esta zorra la he confundido en otras dos ocasiones con el macho del año pasado pero en este avistamiento tuve la suerte de hacerle fotos para comprobar su sexo. Hasta ahora pensaba que era el macho dominante del año anterior que seguía merodeando por su antiguo territorio pero debe haber sido la hembra siempre aunque, según voy aprendiendo de este mamífero, ya no se puede afirmar nada con rotundidad. El caso es que una hembra rabona se acercó al territorio de la hembra número uno y parece que también estaba parida por las notorias mamas visibles sobre la hierba corta de la pradera.

Dando de mamar a sus cachorros.

De nuevo, otra incognita!!! Una nueva zorra , mucho más fea a nivel fotográfico, había parido no muy lejos de aquí, quizá a menos de un kilómetro y desconozco si los cachorros son del mismo macho que yo tengo identificado o hay otro macho por la zona que ha conseguido copular.
Su comportamiento fugaz e inquieto me despertó definitivamente y me dispuse a esperar ansioso acontecimientos, bien por la posible pelea entre las dos zorras, bien porque tarde o temprano la numero uno tenía que acudir a ver a su reducida camada.

Escena de lactancia realizada incluyendo el hábitat donde se mueve la camada.

Finalmente la zorra rabona se alejó y volvió la calma pero ya la tarde se echaba encima y al poco rato vi aparecer a lo lejos a la zorra número uno que se acercaba decidida y a escasos metros de la zorrera empezó a hacer su llamada habitual para sacar a sus cachorros de la madriguera.

Escena de lactancia con una hermosa encina detrás.

Casi de inmediato una infinita hilera de pequeños zorros asomaba sus cuerpos entre las raíces de la encina. La sorpresa fue mayúscula. Mis ojos no daban crédito a lo que estaba viendo. De las entrañas de la encina no salieron dos cachorros, ni tres, ni cuatro...... hasta siete pequeños zorrillos se agolparon en torno a la zorra número uno que se dispuso a darlos de mamar. Entre la melé de cachorrillos no se distinguían unos de otros. Mi mente no era capaz de interpretar esta escena mientras mis dedos no paraban de apretar el disparador y ajustar velocidad y diafragma para conseguir la mejor imagen.

Cinco cachorros. Uno se esconde en la zorrera y sólo se le ven las orejillas.

Tras una intensa y emocionante escena la zorra número uno se cansó y con un corto y grave gruñido les apartó de si y pude ver dos cosas que me llamaron de nuevo mi atención. En un primer vistazo había cachorros de dos edades distintas. Dos de ellos parecían mucho más grandes y con otra genética pues su color era mucho más claro, mientras que los cinco restantes eran como 15 días más pequeños y más oscuros con sus patas negruzcas.

Amamantando a los cachorros.

La segunda característica que descubrí me hizo sorprenderme más aún,.... pues dos de los cachorros pequeños tenían los mismos ojos cerrados y con la misma infección que los cachorros que había avistado unos días atrás en la zorrera número dos.
¡¡¡No podía ser!!!, no podía ocurrir lo que mi cerebro pensaba. ¿Quizá era posible que la zorra número uno se hubiera adueñado de la camada de la zorra número dos? Jamás había leído nada al respecto y tampoco había oído nada de esto.
Llené con imágenes tres tarjetas de 16 gb cada una en mi 5d Mark III. La cámara echaba humo. Estaba viviendo una revelación y dentro de mi cuerpo todo estaba en tensión por la emocionante realidad que se desarrollaba a escasos metros de mi escondite.

Zorra dando de mamar a algunos cachorros mientras los otros juguetean.

Parecía que se habían unido las dos camadas en una, no se si por la intervención del macho o por la acción de la hembra número uno pero la realidad era visible y la tenía grabada.
Regresé aquella noche emocionado y lleno de preguntas que no podía o no sabía responder, e inmediatamente me puse al habla con mi buen amigo Carlos Aldea, un  veterinario con bastante conocimiento de mamíferos por su especial dedicación a la observación de osos, lobos y linces y también experto en la reintroducción de halcones peregrinos y experimentado en el cuidado de  animales salvajes por su trabajo en el recientemente cerrado por la Junta de Castilla y León,  Centro de Recepción de Animales Salvajes Las Dunas.

Los siete cachorros, con una luz excesivamente dura.

Carlos escuchó atento el relato que yo le transmitía y me dijo con la rotundidad de alguien que conoce de que estamos hablando que era la hembra dominante la que había robado los cachorros. "Son las hembras las que transportan a los cachorros. Los machos no suelen hacerlo. Es evidente que se han tolerado criando tan cerca una hembra de la otra, mientras los cachorros han sido pequeños y no han salido de la zorrera. En este mes escaso las hembras tampoco han abandonado apenas las inmediaciones de la zorrera y han sido alimentadas por el macho, pero en cuanto la hembra dominante ha detectado que hay otra zorra en sus inmediaciones con cachorros, los ha adoptado o robado, según se mire".

Seis de los cachorros. Uno de ellos asomando su cabeza en la madriguera en el extremo inferior derecho.

Además parece ser que lo ha hecho en dos días pues primero faltaron tres cachorros y después los restantes tal y como pude comprobar yo mismo.
Carlos me relató que en determinadas especies de cánidos, como por ejemplo los wilddogs africanos, era común el robo de cachorros por parte de las hembras dominantes a las secundarias para asegurarse el liderazgo y expulsar de su territorio a estas hembras.
Así, desde la perspectiva de este experto veterinario y gracias a las imágenes tomadas y al seguimiento que yo venía realizando desde primeros de este año hemos podido comprobar como este comportamiento, presente en algunos cánidos, es compartido también por nuestros zorros.


Entrañable imagen de la zorra con todos los cachorros en una melé.

Si se observa con detenimiento las imágenes conseguimos ver finalmente a siete pequeños cachorros, aunque no he conseguido una imagen limpia de todos ellos. Lo más que he logrado ha sido sacar a seis desperdigados en las inmediaciones de la zorrera pero nunca a los siete, aunque en las escenas de lactancia si se pueden ver a los siete si contamos con detenimiento.

Aquí podemos ver a los siete cachorros. Dos casi no se ven. Hay dos a la izquierda de la madre, uno detrás mirando al frente, dos a espaldas de la madre de los que uno de ellos está echado bajo el que la observa. Los dos restantes están en la encina, uno acercándose a su madre y el último sólo se aprecia la cola pues está dentro de la zorrera.

Con esta extensa entrada del blog os intento mostrar la vivencia que tuve de aquella tarde nublada y de tiempo variable como el que hemos disfrutado esta primavera. Espero que disfrutéis tanto como yo lo hice aquel día.

En esta toma podemos ver a los siete cachorros, aunque incompletos. Dos a la izquierda de la madre. y cinco a la derecha. Se aprecia claramente, gracias a la luz suave, la diferencia en el pelaje de dos de ellos, los hijos auténticos de esta hembra. Los cinco restantes son adoptados.

Se puede observar al cachorro con el ojo izquierdo tuerto, causado por una infección. Es el segundo por la derecha.

No he conseguido sacar a los siete cachorros juntos. En esta toma podemos ver a seis, con una luz muy dura. Este año los días están siendo malos para la fotografía pues aunque hay nublados también hay periodos de luz muy contrastada y la madriguera está ubicada a la sombra de una densa encina lo que dificulta la fotografía de calidad. Por lo demás el herbazal apenas ha crecido a diferencia del año pasado que estaba 10 centímetros más alto. La ola de calor que hemos tenido ha espigado la vegetación y está no ha podido crecer más.


Todas las imágenes realizadas con Canon EOS 5D Mark III y objetivos Canon EF 100-400mm f4,5-5,6 L IS y EF 500mm f4 L IS, algunas con duplicador  2X III




© Francisco M. Martín - Imágenes Naturales


Con las prisas durante la redacción de esta entrada, olvidé comentar que, dada la nueva situación de la camada, queda claro que no ha actuado ningún furtivo ni se ha producido ninguna pérdida causada por una acción humana, como llegué a pensar antes de esta situación.

viernes, 11 de mayo de 2012

Los cariños del macho a la camada número dos

Aunque las fotos no sean todo lo buenas que desearía, os muestro los últimos cariños que dio el macho a sus cachorros de la camada número dos.
La última imagen es de uno de los zorros con un ojo enfermo.



Cachorro buscando las ubres sin darse cuenta de que es su padre.

Macho lamiendo a su cachorro

Macho regurgitando comida para los cachorrines

Macho expulgando los cuartos traseros de un cachorro. Se ven dos cachorros.

El cachorro con el ojo dañado busca por error las ubres al macho.

Juegos entre dos cachorros, el segundo tiene una enfermedad en el ojo izquierdo.


Francisco M. Martín - Imágenes Naturales

martes, 8 de mayo de 2012

Más pérdidas

Aquel día me acercaba, como tantos otros, con la intención de fotografiar y observar de nuevo la familia de zorros que ocupa la guarida número dos. Aunque los primeros días han sido intensos a nivel fotográfico y tengo ya cerca de 7000 imágenes de zorros para visionar, siempre me acerco con el deseo de ver algún comportamiento nuevo con el que disfrutar y poder fotografiar. Aquel día, no obstante, tenía una inquietud mayor causada por los acontecimientos vividos el día anterior.
Justo veinticuatro horas antes había estado de nuevo allí y aquel día percibí un extraño comportamiento en las inmediaciones de la zorrera. En aquella ocasión sólo pude ver al macho, pese a que los cachorros eran pequeños y la hembra debería darlos de mamar. Mi experiencia con zorros no es tan abundante como para sacar conclusiones pero si percibí en el macho un comportamiento distinto al habitual. Se acercó a la madriguera y mirando a todas partes parecía que buscaba algo. Se sentaba y miraba a izquierda y derecha como si esperara que la hembra apareciera de un momento a otro, pero esta no se presentó en toda la sesión fotográfica. Los cachorros debían estar dentro pero no daban señales de vida y permanecían escondidos. Yo, acostumbrado al devenir diario de esta familia, también pensaba que la zorra debería aparecer en cualquier momento, pero las horas pasaban y ella no venía. El macho se alejaba pero volvía al  poco rato, de nuevo sin la hembra y mirando a su alrededor como si esperara una aparición inminente.
Cansado de esperar, finalmente el macho hizo los sonidos acostumbrados, una especie de hipo gutural muy grave como proveniente de la garganta y algo parecido a un “gu-gu-gu”. Al oír este sonido familiar salieron inmediatamente y con gran vitalidad tres cachorros –esta zorra tenía cinco- que pensaban que les llamaba la madre, o al menos eso me pareció a mi, pues se pusieron a buscarle las ubres y ante la imposibilidad de encontrarlas se acercaron con lamentones a su boca para provocarle el vómito y poder comer las sobras predigeridas de algún festín del macho. Este, un poco remiso, al fin cedió a los insistentes cachorros y depositó en el suelo una especie de papilla oscura con trozos de algo sin identificar sobre lo que inmediatamente se abalanzaron los tres cachorros y entre gruñidos se lo comieron.


Hembra saliendo de la zorrera donde aún tiene sus cinco cachorros
Con este pequeño aperitivo los tres pequeños cachorros volvieron a su zorrera y desparecieron tras otra voz de alarma del macho que, de repente, desapareció para no regresar. Es posible que tranquilizado por haber dado de comer a su prole se dirigiera a ver a sus otros cachorros, los pertenecientes a la zorra número uno. Este comportamiento, en todo caso, era al que me tenía acostumbrado el macho pues va y viene de aquí para allá mostrando menos ligazón hacia el proceso de cría que la hembra. Sin embargo, esta seguía sin venir y  allí me quedé yo, frente a una encina en la que se escondían al menos o como mucho tres cachorros y de la que su madre no daba señales de vida. En mi mente se agolpaban un buen número de incertidumbres: ¿Quedaban sólo tres o los cinco cachorros?, ¿Qué había sido de la hembra? Esta debería haber visitado la zorrera pues las crías todavía son muy pequeñas, ¿Un atropello, un accidente? ¿Qué observaba el macho con tanto detenimiento?, …. Y en definitiva ¿Qué podía haber ocurrido con esta zorrera? Y ¿Seguiría adelante el proceso en ausencia de la hembra?
Aquella noche dormí mal pues no paraba de pensar en qué podía haber ocurrido. A ratos mi mente me tranquilizaba pensando que los zorros son los superpredadores de la dehesa y por tanto, poco malo les podía ocurrir, pero…. la hembra número dos no había aparecido y eso como poco no era normal, cuando no, podía llegar a ser grave pues los cachorros eran muy pequeños.

Hembra número dos con dos de sus cinco cachorros

Hacía tiempo que no visitaba la zorrera número uno ya que el tiempo es escaso y como podéis suponer uno no vive de fotografíar zorros así que había economizado esfuerzos y tiempo para centrarme en la zorra número dos que se ubicaba en una encina muy exenta  fácil de fotografíar.
De todos modos si se perdía la camada número dos, debería recuperar el tiempo perdido y reinstalarme en las inmediaciones de la primera zorra, la que estaba prevista a principios de temporada. Todos estos acontecimientos y meditaciones cruzaron mi mente mientras regresaba ansioso a la zorrera número dos para comprobar si la camada seguía adelante y si la hembra había aparecido.
Esta vez traía una potente linterna con la que pretendía iluminar el interior de la zorrera con la vana esperanza de poder encontrar vivos los cinco cachorrillos o al menos tres y por supuesto a la zorra.
Me incliné pero no conseguí ver nada, tan sólo al fondo lo que parecían los restos de un pequeño zorro ya reseco. Quizá murió durante el parto o en las primeras horas pero allí seguía reseco y enjunto. Esta madriguera tiene tres huecos y es muy fácil de observar su interior por lo que la desilusión se apoderó de mi, no obstante y confiando en que estuvieran escondidos entre alguna profunda raíz me metí en el hide para esperar acontecimientos no sin cierta desesperanza.
Escondido así  y a la espera de que los adultos, que se supone estaban de caza o reposando, se acercaran, bien a dar de mamar o bien a controlar y alimentar a sus cachorros en el caso del macho, observaba las inmediaciones de la zorrera y rememoraba las escenas vividas ayer.


Hembra número dos dando de mamar a al menos tres de sus cinco cachorros

Sin embargo, la tarde se desvanecía y ni el macho ni los cachorros aparecieron. Ya casi no esperaba a la hembra cuando, repentina y sigilosamente, esta se presentó en sus dominios olisqueando desde fuera las tres bocas de la madriguera. Esto me causó un gran alivio y me infundió esperanzas hacia esta camada pero la zorra no hizo sus llamadas habituales para sacar a los cachorros y se limitó a pasear en torno a la guarida rodeando la encina varias veces, para finalmente tumbarse con gesto tristón en la base de una encina próxima desde la que se avistaba la zorrera.
Esto no podían ser buenas noticias, ayer no apareció la hembra y sólo vi tres cachorros y hoy no había conseguido ver a ninguno y aunque la hembra había aparecido, esta parecía percibir que no había crías en el interior de su morada.
Se hizo de noche, la zorra se fue desapareciendo entre el mar de encinas y yo abandoné apesadumbrado la zorrera, con un montón de dudas y la intención de retomar al día siguiente mi proyecto pero con la zorra número uno si es que esta seguía adelante.
Los sinsabores del campo son increíbles y pese a la fortaleza de esta especie predadora, es evidente que su éxito en la crianza nunca está asegurado. ¿Quizá había entrado en la escena un furtivo? Era la única explicación posible.
Me esperaba otra noche de dudas e incertidumbres.

Hembra número dos olisqueando la zorrera vacía.

En relación con las imágenes que os presento hoy son de los dos días entre ellas apenas hay un lapso de tiempo de cuarenta y ocho horas. Son las últimas imágenes logradas en la zorrera número dos.
Espero que os gusten, no sólo como meras fotografías, sino también por el mensaje que encierran y por el valor que adquieren al conocer los hechos que se han desarrollado en torno a esta camada. Con este pequeño texto he pretendido expresar en este blog estas vivencias, pese a las limitaciones de tiempo que todos tenemos.


Hembra mirando a su alrededor antes de tumbarse a descansar en las proximidades de la zorrera vacía.


POSDATA:
Pese a la intensidad de los acontecimientos vividos con estas familias de zorros os quiero pedir disculpas por la imposibilidad de actualizar el blog todo lo ágilmente que desearía y que los acontecimientos imponen. Es evidente que de la fotografía de zorros no se vive y esta actividad la alterno con otros trabajos, entre ellos la fotografía de conjuntos históricos y encargos varios para revistas, de los que os mostraré en breve mi trabajo. Hago este comentario muchos de vosotros me paráis por la calle para pedirme más datos y una actualización casi diaria de mi trabajo pero me resulta imposible. Espero satisfacer en parte vuestra curiosidad hacia este mamífero cuya vida íntima es como poco impactante.
He tardado también en actualizar el blog pues me ha resultado complejo escribir esta entrada al blog para expresar lo mejor posible los acontecimientos vividos que han ocurrido unos 10 días antes de que os los haya presentado.

© Francisco M. Martín - Imágenes Naturales


miércoles, 2 de mayo de 2012

Vidas paralelas

En este ir y venir de una zorrera a otra he ido tomando imágenes de las encinas en las que crían las dos zorras pero lo que más me ha llamado la atención es la dedicación exquisita que tiene el zorro macho hacia las crías de ambas madres. Aunque parece que conforme van creciendo les presta algo menos de atención en especial a la zorra número dos, este macho es un padre ejemplar por el trato que da a sus crías y por supuesto a sus dos hembras para las que no tiene más que regalos. Realmente, más que regalarlas, se deja quitar las presas que caza. Las hembras con actitud cariñosa se acercan entre gemidos y pequeños aullidos para, de un golpe, robarle el ratón o topillo recién capturado y él, paciente, vuelve a empezar la caza.
En relación con las crías, estas se muestran siempre insistentes pidiendo comida y el macho, al que han llegado a morder en el vientre buscándole las ubres, acaba regurgitando comida que inmediatamente aprovechan los zorrillos.
No puedo evitar de todos modos hacer un paralelismo con la vida humana. Este zorro me hace pensar en una familia ejemplar en la que el marido tiene además, una amante con la que mantiene otra familia, como esas noticias que todos hemos oído de sucesos semejantes en Estados Unidos en las que se descubría que un hombre estaba casado a la vez con dos mujeres.
Lejos de planteamientos éticos este comportamiento biológico es todo un reto para los machos de la especie pero a la vez es la garantía de éxito total pues si una zorra fracasa, tanto por motivos naturales como por causas ajenas a la especie como la caza, la otra zorra esparcirá los genes del macho, considerados como el mayor capital biológico que todo ser vivo puede dejar en herencia. 
Para mi el descubrimiento de la existencia de zorras cubiertas por el mismo macho ha supuesto una verdadera sorpresa que me deja, como poco, admirado de las estrategias que esta y otras especies adoptan con el paso del tiempo en el objetivo de mantenerse.
En fin, aquí os muestro las imágenes de la zorreras y del zorro cazando en los prados próximos y más abajo como cuida a sus crías. Observar el ambiente pues se ve que son distintas zonas aunque sean parecidas.
También os presento otra imagen en la que se rasca la garganta y cuello contra la hierba de la dehesa.


Zorrera número dos, en la base de una encina desmochada recientemente y con
múltiples bocas siempre en torno al tronco dela encina.


Zorrera número uno, boca dos,  usada como paridera en el 2012. El núcleo de cría de esta zorra se 
compone de dos  zorreras  separadas  unos diez metros una de la otra, entre las que se 
mueven los zorrillos.  Una de ellas, en donde parió, es más pequeña en su interior y 
actualmente la utilizan los más pequeños para comer. Sólo tiene una boca.


Zorrera de zorra número uno, utilizada el año pasado como paridera y madriguera y
este año como actual zorrera.  Pese a la pequeñez de su boca debe ser grande pues caben

todos los cachorros y la zorra dentro.

Macho cazando entre las encinas

Macho cazando entre las encinas

Macho restregándose contra la hierba en el territorio de la zorra número dos.



Macho atendiendo a los zorrillos de la zorra número dos. Uno de ellos, el que mira a la cámara,  fácil de identificar por ser el tuerto.

Macho atendiendo a los zorros de la zorra número uno pero mirando en dirección a la otra zorrera situada 
a cerca de 500 metros de distancia.


No se aprecia bien pero es el macho con los cachorros de la zorra número uno.



Francisco M. Martín - Imágenes Naturales






Por fin toqué a la zorra

Aquel día marcó un antes y un después en mi vida personal. Me encaminaba como cada jornada a mi destino fotográfico pensando en nuevas toma...