martes, 8 de mayo de 2012

Más pérdidas

Aquel día me acercaba, como tantos otros, con la intención de fotografiar y observar de nuevo la familia de zorros que ocupa la guarida número dos. Aunque los primeros días han sido intensos a nivel fotográfico y tengo ya cerca de 7000 imágenes de zorros para visionar, siempre me acerco con el deseo de ver algún comportamiento nuevo con el que disfrutar y poder fotografiar. Aquel día, no obstante, tenía una inquietud mayor causada por los acontecimientos vividos el día anterior.
Justo veinticuatro horas antes había estado de nuevo allí y aquel día percibí un extraño comportamiento en las inmediaciones de la zorrera. En aquella ocasión sólo pude ver al macho, pese a que los cachorros eran pequeños y la hembra debería darlos de mamar. Mi experiencia con zorros no es tan abundante como para sacar conclusiones pero si percibí en el macho un comportamiento distinto al habitual. Se acercó a la madriguera y mirando a todas partes parecía que buscaba algo. Se sentaba y miraba a izquierda y derecha como si esperara que la hembra apareciera de un momento a otro, pero esta no se presentó en toda la sesión fotográfica. Los cachorros debían estar dentro pero no daban señales de vida y permanecían escondidos. Yo, acostumbrado al devenir diario de esta familia, también pensaba que la zorra debería aparecer en cualquier momento, pero las horas pasaban y ella no venía. El macho se alejaba pero volvía al  poco rato, de nuevo sin la hembra y mirando a su alrededor como si esperara una aparición inminente.
Cansado de esperar, finalmente el macho hizo los sonidos acostumbrados, una especie de hipo gutural muy grave como proveniente de la garganta y algo parecido a un “gu-gu-gu”. Al oír este sonido familiar salieron inmediatamente y con gran vitalidad tres cachorros –esta zorra tenía cinco- que pensaban que les llamaba la madre, o al menos eso me pareció a mi, pues se pusieron a buscarle las ubres y ante la imposibilidad de encontrarlas se acercaron con lamentones a su boca para provocarle el vómito y poder comer las sobras predigeridas de algún festín del macho. Este, un poco remiso, al fin cedió a los insistentes cachorros y depositó en el suelo una especie de papilla oscura con trozos de algo sin identificar sobre lo que inmediatamente se abalanzaron los tres cachorros y entre gruñidos se lo comieron.


Hembra saliendo de la zorrera donde aún tiene sus cinco cachorros
Con este pequeño aperitivo los tres pequeños cachorros volvieron a su zorrera y desparecieron tras otra voz de alarma del macho que, de repente, desapareció para no regresar. Es posible que tranquilizado por haber dado de comer a su prole se dirigiera a ver a sus otros cachorros, los pertenecientes a la zorra número uno. Este comportamiento, en todo caso, era al que me tenía acostumbrado el macho pues va y viene de aquí para allá mostrando menos ligazón hacia el proceso de cría que la hembra. Sin embargo, esta seguía sin venir y  allí me quedé yo, frente a una encina en la que se escondían al menos o como mucho tres cachorros y de la que su madre no daba señales de vida. En mi mente se agolpaban un buen número de incertidumbres: ¿Quedaban sólo tres o los cinco cachorros?, ¿Qué había sido de la hembra? Esta debería haber visitado la zorrera pues las crías todavía son muy pequeñas, ¿Un atropello, un accidente? ¿Qué observaba el macho con tanto detenimiento?, …. Y en definitiva ¿Qué podía haber ocurrido con esta zorrera? Y ¿Seguiría adelante el proceso en ausencia de la hembra?
Aquella noche dormí mal pues no paraba de pensar en qué podía haber ocurrido. A ratos mi mente me tranquilizaba pensando que los zorros son los superpredadores de la dehesa y por tanto, poco malo les podía ocurrir, pero…. la hembra número dos no había aparecido y eso como poco no era normal, cuando no, podía llegar a ser grave pues los cachorros eran muy pequeños.

Hembra número dos con dos de sus cinco cachorros

Hacía tiempo que no visitaba la zorrera número uno ya que el tiempo es escaso y como podéis suponer uno no vive de fotografíar zorros así que había economizado esfuerzos y tiempo para centrarme en la zorra número dos que se ubicaba en una encina muy exenta  fácil de fotografíar.
De todos modos si se perdía la camada número dos, debería recuperar el tiempo perdido y reinstalarme en las inmediaciones de la primera zorra, la que estaba prevista a principios de temporada. Todos estos acontecimientos y meditaciones cruzaron mi mente mientras regresaba ansioso a la zorrera número dos para comprobar si la camada seguía adelante y si la hembra había aparecido.
Esta vez traía una potente linterna con la que pretendía iluminar el interior de la zorrera con la vana esperanza de poder encontrar vivos los cinco cachorrillos o al menos tres y por supuesto a la zorra.
Me incliné pero no conseguí ver nada, tan sólo al fondo lo que parecían los restos de un pequeño zorro ya reseco. Quizá murió durante el parto o en las primeras horas pero allí seguía reseco y enjunto. Esta madriguera tiene tres huecos y es muy fácil de observar su interior por lo que la desilusión se apoderó de mi, no obstante y confiando en que estuvieran escondidos entre alguna profunda raíz me metí en el hide para esperar acontecimientos no sin cierta desesperanza.
Escondido así  y a la espera de que los adultos, que se supone estaban de caza o reposando, se acercaran, bien a dar de mamar o bien a controlar y alimentar a sus cachorros en el caso del macho, observaba las inmediaciones de la zorrera y rememoraba las escenas vividas ayer.


Hembra número dos dando de mamar a al menos tres de sus cinco cachorros

Sin embargo, la tarde se desvanecía y ni el macho ni los cachorros aparecieron. Ya casi no esperaba a la hembra cuando, repentina y sigilosamente, esta se presentó en sus dominios olisqueando desde fuera las tres bocas de la madriguera. Esto me causó un gran alivio y me infundió esperanzas hacia esta camada pero la zorra no hizo sus llamadas habituales para sacar a los cachorros y se limitó a pasear en torno a la guarida rodeando la encina varias veces, para finalmente tumbarse con gesto tristón en la base de una encina próxima desde la que se avistaba la zorrera.
Esto no podían ser buenas noticias, ayer no apareció la hembra y sólo vi tres cachorros y hoy no había conseguido ver a ninguno y aunque la hembra había aparecido, esta parecía percibir que no había crías en el interior de su morada.
Se hizo de noche, la zorra se fue desapareciendo entre el mar de encinas y yo abandoné apesadumbrado la zorrera, con un montón de dudas y la intención de retomar al día siguiente mi proyecto pero con la zorra número uno si es que esta seguía adelante.
Los sinsabores del campo son increíbles y pese a la fortaleza de esta especie predadora, es evidente que su éxito en la crianza nunca está asegurado. ¿Quizá había entrado en la escena un furtivo? Era la única explicación posible.
Me esperaba otra noche de dudas e incertidumbres.

Hembra número dos olisqueando la zorrera vacía.

En relación con las imágenes que os presento hoy son de los dos días entre ellas apenas hay un lapso de tiempo de cuarenta y ocho horas. Son las últimas imágenes logradas en la zorrera número dos.
Espero que os gusten, no sólo como meras fotografías, sino también por el mensaje que encierran y por el valor que adquieren al conocer los hechos que se han desarrollado en torno a esta camada. Con este pequeño texto he pretendido expresar en este blog estas vivencias, pese a las limitaciones de tiempo que todos tenemos.


Hembra mirando a su alrededor antes de tumbarse a descansar en las proximidades de la zorrera vacía.


POSDATA:
Pese a la intensidad de los acontecimientos vividos con estas familias de zorros os quiero pedir disculpas por la imposibilidad de actualizar el blog todo lo ágilmente que desearía y que los acontecimientos imponen. Es evidente que de la fotografía de zorros no se vive y esta actividad la alterno con otros trabajos, entre ellos la fotografía de conjuntos históricos y encargos varios para revistas, de los que os mostraré en breve mi trabajo. Hago este comentario muchos de vosotros me paráis por la calle para pedirme más datos y una actualización casi diaria de mi trabajo pero me resulta imposible. Espero satisfacer en parte vuestra curiosidad hacia este mamífero cuya vida íntima es como poco impactante.
He tardado también en actualizar el blog pues me ha resultado complejo escribir esta entrada al blog para expresar lo mejor posible los acontecimientos vividos que han ocurrido unos 10 días antes de que os los haya presentado.

© Francisco M. Martín - Imágenes Naturales


miércoles, 2 de mayo de 2012

Vidas paralelas

En este ir y venir de una zorrera a otra he ido tomando imágenes de las encinas en las que crían las dos zorras pero lo que más me ha llamado la atención es la dedicación exquisita que tiene el zorro macho hacia las crías de ambas madres. Aunque parece que conforme van creciendo les presta algo menos de atención en especial a la zorra número dos, este macho es un padre ejemplar por el trato que da a sus crías y por supuesto a sus dos hembras para las que no tiene más que regalos. Realmente, más que regalarlas, se deja quitar las presas que caza. Las hembras con actitud cariñosa se acercan entre gemidos y pequeños aullidos para, de un golpe, robarle el ratón o topillo recién capturado y él, paciente, vuelve a empezar la caza.
En relación con las crías, estas se muestran siempre insistentes pidiendo comida y el macho, al que han llegado a morder en el vientre buscándole las ubres, acaba regurgitando comida que inmediatamente aprovechan los zorrillos.
No puedo evitar de todos modos hacer un paralelismo con la vida humana. Este zorro me hace pensar en una familia ejemplar en la que el marido tiene además, una amante con la que mantiene otra familia, como esas noticias que todos hemos oído de sucesos semejantes en Estados Unidos en las que se descubría que un hombre estaba casado a la vez con dos mujeres.
Lejos de planteamientos éticos este comportamiento biológico es todo un reto para los machos de la especie pero a la vez es la garantía de éxito total pues si una zorra fracasa, tanto por motivos naturales como por causas ajenas a la especie como la caza, la otra zorra esparcirá los genes del macho, considerados como el mayor capital biológico que todo ser vivo puede dejar en herencia. 
Para mi el descubrimiento de la existencia de zorras cubiertas por el mismo macho ha supuesto una verdadera sorpresa que me deja, como poco, admirado de las estrategias que esta y otras especies adoptan con el paso del tiempo en el objetivo de mantenerse.
En fin, aquí os muestro las imágenes de la zorreras y del zorro cazando en los prados próximos y más abajo como cuida a sus crías. Observar el ambiente pues se ve que son distintas zonas aunque sean parecidas.
También os presento otra imagen en la que se rasca la garganta y cuello contra la hierba de la dehesa.


Zorrera número dos, en la base de una encina desmochada recientemente y con
múltiples bocas siempre en torno al tronco dela encina.


Zorrera número uno, boca dos,  usada como paridera en el 2012. El núcleo de cría de esta zorra se 
compone de dos  zorreras  separadas  unos diez metros una de la otra, entre las que se 
mueven los zorrillos.  Una de ellas, en donde parió, es más pequeña en su interior y 
actualmente la utilizan los más pequeños para comer. Sólo tiene una boca.


Zorrera de zorra número uno, utilizada el año pasado como paridera y madriguera y
este año como actual zorrera.  Pese a la pequeñez de su boca debe ser grande pues caben

todos los cachorros y la zorra dentro.

Macho cazando entre las encinas

Macho cazando entre las encinas

Macho restregándose contra la hierba en el territorio de la zorra número dos.



Macho atendiendo a los zorrillos de la zorra número dos. Uno de ellos, el que mira a la cámara,  fácil de identificar por ser el tuerto.

Macho atendiendo a los zorros de la zorra número uno pero mirando en dirección a la otra zorrera situada 
a cerca de 500 metros de distancia.


No se aprecia bien pero es el macho con los cachorros de la zorra número uno.



Francisco M. Martín - Imágenes Naturales






lunes, 30 de abril de 2012

Observando Tejón


Una pausa entre las familias de zorros para mostraros tres vídeos de tejones realizados en tres puntos distintos de la provincia de Salamanca a lo largo de esta primavera. Uno de ellos en plena Sierra de Gata, el segundo en una zona de dehesas próxima a Tamames y el tercero en las inmediaciones de Vitigudino.
Me vais a permitir que no de la ubicación exacta  por no despertar vanas esperanzas de avistarlos.
Lo que si queda claro y aunque tengo pendiente de visitar otras zonas, es que el tejón se distribuye de forma regular por la provincia siempre y cuando haya arbolado y cierta cantidad de agua, aunque sea mínima.






Espero que os gusten. Son la antesala de las futuras fotos y trabajos que estoy realizando.

© Francisco M. Martín - Imágenes Naturales

sábado, 28 de abril de 2012

Primeros daños

Estos días me he centrado en la segunda zorrera localizada y entre las fotos realizadas he podido comprobar que un zorrillo tiene un ojo dañado, bien durante el parto o por una pelea posterior. En concreto es el ojo izquierdo. Pese a ello muestra mucha vitalidad y parece sano.
Por lo demás he descubierto que de los cinco que tenía quedan tres. No se que habrá podido pasar pero ahora la familia se reducido bastante.
Aquí os muestro dos imágenes y un detalle del zorro con el ojo afectado.




Detalle de la primera foto en la que se observa el daño en su ojo izquierdo.

© Francisco M. Martín - Imágenes Naturales

martes, 24 de abril de 2012

Nuevos acontecimientos

Finalmente conseguí avistar al zorro macho que, inquieto, se mueve de aquí para alla entre los territorios de ambas hembras. De todos modos y con la experiencia vivida, no me atrevo a decir que sólo haya copulado con dos hembras. Al menos ha copulado con dos hembras y ha conseguido que ambas lleven a término su gestación. Veremos si todo acaba igual y las camadas prosperan con lo que habría a finales de verano, diez zorros más en la zona.
El territorio del macho se distribuye por una dehesa abierta con una amplia zona de pastizal próxima a un regato que está casi seco pese a las lluvias -escasas- de esta primavera fría. El pastizal es un excelente refugio para topillos y ratones, el alimento que más les he visto cazar durante mis observaciones, aunque también han cazado aves.
Por su parte, la hembra número uno disfruta del pastizal y una pequeña mancha de encinas dispersas, pero es una zona muy abierta y desprotegida en la que se mueve inquieta por la ausencia de hierba. Comparten la pradera con un grupo de vacas moruchas que conviven con los zorros sin gran nerviosismo.
La hembra número dos, ocupa una zona alejada del pastizal y prefiere desenvolverse por el interior de la dehesa, con más pies de encina y zonas desmochadas en las que aún quedan ramas de encina podadas pendientes de recoger. Tiene cerca una charca con agua en la que seguramente beberá.
En este habitat me ha sido francamente difícil localizar la nueva zorrera de la hembra numero dos, pero por fortuna la inquietud de sus cachorros me dio la respuesta.
Desesperado por la falta de datos  he pasado varias tardes buscando. No podían estar muy lejos pues aún no había visto a los cachorros de esta segunda zorra. Era posible que los hubiera perdido pero me resultaba extraño que un mamífero tan grande sufriera la totalidad de las bajas de su camada así que insistí e insistí hasta que una tarde con buena luz conseguí ver a lo lejos cinco bultitos corretones al pie de una majestuosa encina que se ubica a unos cien metros de la paridera conocida. Me acerqué y desde lejos pude disfrutar de nuevo de otra camada de zorros que eran alimentados por la hembra y que ansiosos, corrían de aquí para allá hasta desaparecer entre las raíces taladradas de este hermoso árbol.
De nuevo yo controlaba la situación y conocía el secreto de ambas familias.
He de decir que cuando empecé a primeros de año con este estudio tan sólo pretendía revivir la experiencia fortuita que disfruté el año pasado pero, conforme han ido pasando los días, me he ido enganchando a este "reality show" que me proporciona la naturaleza y siempre que tengo tiempo libre corro deseando de aprender más de este mamífero tan denostado pero tan inteligente.
Más tarde he accedido, de nuevo con el consentimiento el propietario de la dehesa, a la zona para poder disfrutar  y tomar imágenes de los momentos más íntimos de esta camada.
Aquí os muestro algunas  imágenes entrañables de la hembra y el macho (ya he comentado en otro post que el macho tiene sarna lo que es fácilmente distinguible en una de estas fotos) con los cachorros, tomadas con la nueva Canon EOS 5d Mark III que si algo ha mejorado es su autofoco aunque aún tengo pendiente redactar una revisión de esta cámara.









lunes, 23 de abril de 2012

Por favor, ¡No más Megapíxeles!

Ante la aparición reciente de la D800, que tan buenos resultados parece que da en la calidad de su sensor, y los proyectos de Canon de sacar a lo largo de este año una nueva cámara con un alto número de megapíxeles a los fotógrafos profesionales sólo nos queda decir ¡por favor, no más megapíxeles!.
Una doble página de revista se resuelve sin interpolar con una cámara de 16 mpx, lo que tiene la Canon EOS 1d mark IV o la reciente Nikon D4.
Por encima de este número de megapíxels en el formato conocido como universal, es decir 24mm por 36mm empiezan a surgir problemas de difracción, especialmente con gran angulares y a diafragmas superiores a f8. Este problema limita mucho la fotografía de paisaje por lo que muchas veces es mejor usar una cámara de menos mpx a f11 o f16 para conseguir la profundidad de campo deseada que una de más mpx a f8 que nos impide conseguir fotografías nítidas en toda la escena.
Aquí os muestro una imagen tomada con la Canon EOS 10d de 6mpx que he ampliado hasta un metro veinte centímetros en su lado más largo sin pérdida de calidad. Si hay buenas lentes, buen sensor (para aquella época era uno de los mejores) y una técnica correcta, se pueden ampliar las imágenes sin mucha pérdida de calidad.

Canon EOS 10D .EF 300mm f2,8 L Is y duplicador  EF 2x
 Exposición 1/1500 f5,6 ISO 200
corrección de la exposición -1/2
Además el uso de cámaras con un número contenido de mpx reduce la necesidad de almacenamiento y la rapidez en el flujo de trabajo pues no es necesario contar con un ordenador de última generación.

jueves, 19 de abril de 2012

Primeras imágenes de cachorros

Finalmente llueve en el occidente peninsular. La lluvia se ha hecho de rogar pero parece que, al menos al norte del Sistema Central, los campos han recibido suficiente agua para las cosechas y los pastos ganaderos. Otra cosa distinta son los ríos y las sierras que aunque han recibido nieve, esta puede no ser suficiente. En este contexto los días del mes de abril están siendo desapacibles, ventosos, húmedos e incómodos para la fotografía, obligándonos a utilizar abrigo y a estar mentalizados de que vamos a pasar cierta dosis de penurias. Así me acerqué ayer a la zona que estoy controlando de los zorros con la intención de comprobar de forma definitiva si los zorrines de la zorra número uno ya salían de su madriguera.
En relación con la zorra número dos me he apostado varias veces y no he vuelto a verla. Quizá haya cambiado de sitio también a la camada y estén ubicados en un emplazamiento más alejado pues parece que son capaces de desplazarse con los zorrillos hasta un kilómetro de su lugar de nacimiento.
Volviendo a la primera protagonista, esta zorra construyó durante el mes de enero una nueva guarida, a escasos metros de la del año pasado, pero últimamente la he visto siempre salir y entrar en la que usó como morada en el 2011. Parecía que el cubil más reciente había dejado de ser usado aunque tiene claras marcas de paso en el terreno fresco y recién escarbado. Es evidente que en algún momento ha decidido cambiar de ubicación a su prole.

Con cierta inseguridad por el mal tiempo que hacía, me aposté en una zona que permitía la visualización a la vez de ambas madrigueras con la intención de esperar el mayor rato posible. Al poco de iniciar la  espera mi cerebro ya me mandaba mensajes para que abandonara la tarea. Ya casi estaba a punto de tirar la toalla pues anochecía y francamente, con el tiempo que hacía, más valía que la zorra estuviera con ellos para darles calor. Sin embargo, finalmente la hembra salió de su refugio. La lluvia arreciaba y aunque era fina no dejaba de caer con insistencia empapando la dehesa.
Era un buen momento para probar la capacidad para altos ISO de la nueva cámara Canon EOS 5d Mark III adquirida en Fotocasión. Aunque llovía la zorra debió pensar que era el momento para desperezarse e iniciar sus andazas. Sus crías estarían refugiadas de las inclemencias del tiempo dentro de la madriguera.


Eos 5d Mark III, Objetivo EF 500mm f4 L IS, convertidor 1,4x III, Trípode
ISO automático 10.000 con exposición en TV + 2/3
1/1000 f5,6

De nuevo me sorprendió al salir del emplazamiento más antiguo. Allí se estiró y bostezó tranquilamente, sentándose para ver como la borrasca se abatía apaciblemente sobre la dehesa de su territorio.
La soledad del monte, el silencio de las aves y el ruido del viento ululando entre las copas de las encinas, convertía a la tarde de ayer en una entrañable vivencia. Allí estábamos la zorra y yo, al macho hace tiempo que no consigo avistarlo, cuando de repente apareció una cabecita entre las raices de la encina. Un valiente zorrillo se atrevió a salir por completo de la madriguera. Es la primera vez que los veo este año aunque por su tamaño ya habrán salido más de una vez pero yo no había conseguido avistarlos. Salió unos segundos y más tarde salió un segundo cachorro que, más tímido, se metió de inmediato en las profundidades de su madriguera. Sin embargo, el primer cachorro permaneció unos segundos fuera, al pie de su madre observando detenidamente los alrededores de su refugio.
Fueron unos breves segundos pero muy intensos y emocionantes. Aquí os muestro dos de las fotos del momento realizadas a 6400 ISO, un sensibilidad descabellada para esta cámara por las pruebas realizadas por mí. 





Sin embargo, dejaré para otro momento mis opiniones sobre la Canon EOS 5d Mark III de la que estoy elaborando un profundo test. 
Aunque el fabricante asegura que ha supuesto una mejora de 2 Ev con respecto a la EOS 5d Mark II tras probarla en el campo, que es realmente donde interesa y no en estudio donde la iluminación está más controlada, considero que como mucho es un paso de mejora el que se logra con respecto a la anterior cámara.
Otra circunstancia es el enfoque que ha mejorado sustancialmente pero del que todavía no tengo una opinión definitiva.

© Francisco M. Martín - Imágenes Naturales

martes, 3 de abril de 2012

Naturaleza sorprendente

Durante el inicio del celo y los meses posteriores mis observaciones de la pareja de zorros eran más o menos constantes gracias a mi conocimiento del corazón de su territorio. Conocía, tanto su horario, como las rutas o zonas de caza y bebederos, lo que me facilitaba encuentros semanales con ambos y también seguir con cierta asiduidad sus movimientos. Sin embargo, conforme la hembra ha ido engordando con el embarazo he notado un cambio en sus horarios y por supuesto en sus capacidades de caza. Esta ha llegado a permanecer reposando largo rato entre la vegetación o en las proximidades de la zorrera elegida  mientras observaba al macho cazando ratones o topillos. Su estado no le permitía grandes desplazamientos y la verdad, daba la sensación de estar realmente cansada o molesta con los zorrillos en su interior.
La tranquilidad en el territorio de los zorros me permitía disfrutar de estas escenas de familia pero, en algún momento imperceptible para mí, la hembra dejó de ser visible y no me dí cuenta de su desaparición constante hasta pasados unos diez días ya que tampoco conseguía avistar a la pareja todos los días que acudía a la zona de campeo. Así pasó algo más de una semana, hasta que en una acción de caza del macho, este, una vez atrapada la presa, me sorprendió llevándola en dirección contraria a la que yo esperaba. Tras cazar el roedor  yo esperaba que se desplazara hasta la zorrera que había visto excavar durante el mes de febrero para regalárselo a la hembra. Sin embargo, el macho optó por cambiar de dirección cruzar la pista que parte en dos su territorio, e internarse en una zona de encinar maduro que  ha sido desmochado y del que aún quedan multitud de ramas y ramón esparcidos para la alimentación del ganado en este año tan duro a nivel climatológico.


Hembra Uno ubicada en zorrera excavada.
Cámara Canon EOS 5D Mark III,  Zoom Canon EF 100-400mm f4,5-5,6 L IS USM.
A pulso. 1/1000 f5,6 ISO 8000

Rápidamente con los prismáticos giré en su busca y vi como casi desaparecía en la distancia. Cansado de seguir con la vista sus movimientos estaba a punto de tirar la toalla y bajar los brazos cuando me pareció ver una alucinación. El macho con su caza había desaparecido por la izquierda de mis prismáticos entre los robustos troncos de encina, pero a la derecha otro zorro surgía de la nada con actitud cariñosa, como las hembras en celo o los cachorros en busca de comida. La visión fue muy fugaz pues en la distancia los troncos gruesos del encinar se apiñan impidiendo o dificultando la observación pero me pareció identificar que la hembra con la comida que le había traído el macho, en la boca se había subido a una encina y desaparecido en ella. Una visión tan confusa y rápida que llegué a dudar de haberla vivido.
Tal y como os conté en el post anterior, parecía que la hembra finalmente había cambiado de madriguera y elegido una zona boscosa, menos pisada, y en la actualidad mucho más tupida gracias a las ramas desmochadas por el hombre. O al menos eso es lo que me decía mi cerebro que había observado. Casi convencido de mi visión he seguido visitando el nuevo territorio buscando la posible zorrera pero la abundancia de ramas y restos abandonados no me habían permitido encontrarla. Además siempre había partido de la premisa de buscar por el suelo en busca de restos de zonas excavadas. Así han ido pasando los días y he seguido cosechando fracaso tras fracaso pues los zorros se habían vuelto casi invisibles.
Tras diversos intentos fallidos una tarde noche, de regreso al vehículo, vi en la distancia el territorio primitivo en el que la hembra había excavado la zorrera que tenía controlada y con sorpresa pude disfrutar de una visión de la hembra intentando expulsar a una pareja de cuervos que sobrevolaban la zona. Los cuervos llegaron a bajar a unos cinco u ocho metros del suelo, difícil de calcular en la distancia, y la hembra daba saltos intentando sin éxito atraparlos. Estaba claro que ya había parido. Incluso uno de ellos se posó a escasos metros de la zorra lo que la hizo arrancarse a la carrera pero sin lograr su objetivo. Este comportamiento tan agresivo me extrañó pues, o tenía comida, o los cuervos sobrevolaban en el corazón mismo de su territorio, es decir la zorrera y ella pretendía expulsarlos.
Pero ¿como era capaz de reconocer el sexo del animal?. Muchas veces por su forma de orinar pero otras por las diferencias claras en su cola que podéis observar en las fotos que aporto en esta entrada.

Macho afectado por posible sarna y dueño del territorio de al menos dos hembras.
Cámara Canon EOS 5D Mark III,  Zoom Canon EF 100-400mm f4,5-5,6 L IS USM
A pulso. 1/640 f5,6 ISO 8000

Esta observación de la hembra hizo que la duda sobre la elección de la madriguera aumentara más aún y me decidí a reinstalar al cámara trampa con vistas a descubrir si la madriguera excavada estaba siendo usada, o no. Si la zorra había parido en ella tendría que aparecer tarde o temprano saliendo o entrando. Así pues y con el máximo sigilo y rapidez la coloqué en una encina cercana y pretendía dejarla dos o tres días pero tal era mi curiosidad que me planté en la zona al día siguiente en busca de mi respuesta. Allí mismo visioné los vídeos con tanta suerte que localicé de inmediato uno en el que la hembra entraba a la zorrera, no sin antes observar en todas direcciones en busca de alguna amenaza. Busque varios vídeos más adelante para ver cuando salía y no encontré ninguno, luego la hembra seguía en la zorrera a escasos metros de mi. Acababa de confirmar que la hembra y sus cachorros reposaban bajo tierra en el emplazamiento que esta había elegido en un principio. Rápidamente abandoné en silencio la zona y en casa disfruté frente al ordenador con la visión de esta zorra que, como si supiera que estaba siendo observada, dudó timidamente en entrar a su cubil.
Pero el macho seguía obstinadamente visitando el territorio en el que le había visto soltar la comida y situado casi un kilómetro más al oeste de la zorrera. Esto me ha desconcertado durante varios días hasta que finalmente llegó la solución.
Una tarde ventosa y húmeda me aposté a unos doscientos metros de la zona en la que me había parecido ver la entrega de la presa. Y casi al anochecer pude disfrutar de una de las visiones más impactantes que he tenido durante mi vida. Un zorro asomó repentinamente en lo alto de una encina hueca y arqueó su espalda en lo alto de la cruz del árbol para descender de forma rápida por el tronco vertical. A los pies de la encina se paró en seco y observó a izquierda y derecha, en todas direcciones. Me demostró su sexo al ponerse a orinar al mismo pie de su cubil. Parecía dispuesto moverse pero un golpe de viento o quizá algún roce de mi cuerpo la hizo ponerse alerta y con una urgencia inusitada trepó hábilmente por el tronco de la encina para desaparecer de nuevo por la cruz del árbol.
No se si la había molestado pues estaba a una distancia considerable de ella pero el caso es que desapareció y yo decidí irme con la certeza en mi mente de que me encontraba ante dos hembras con crías con sus cubiles situados a unos ochocientos metros uno del otro y probablemente fecundadas por el mismo macho. 

Macho en la encina elegida por la Zorra Dos para criar.
Cámara Canon EOS 5D Mark III,  Zoom Canon EF 100-400mm f4,5-5,6 L IS USM.
A pulso. 1/640 f5,6 ISO 10.000


Al llegar a casa empecé a buscar bibliografía y finalmente la enciclopedia de La Fauna Ibérica de Felix Rodríguez de la Fuente me dio la solución. Existen estudios realizados por diversos naturalistas, fuera de la península Ibérica, que demuestran la existencia de poligamia en determinadas poblaciones de zorros y yo me encontraba ante uno de estos ejemplos. 
Sin saberlo pensaba que se trataba de una sola hembra y como el territorio más favorable para la caza es un pastizal con roedores el macho cazaba allí y llevaba presas a una y otra hembras pensando yo que sólo había una pero finalmente mis observaciones de campo y la cámara trampa me han descubierto la realidad.
Esta sorprendente visión me ha obligado a replantear mis estrategia fotográfica y a repensar todo el trabajo, pues la hembra más esquiva es la que se ubica en la zorrera más atractiva, el tronco de la encina. Ya veremos  a ver como se desarrolla el trabajo fotográfico y si finalmente se puede hacer pero sin duda el trabajo de campo me ha resultado tremendamente enriquecedor para el conocimiento de este mamífero y por supuesto para mi disfrute personal. Ahora casi todos los días que salgo y en los lugares más diversos consigo avistar a última hora de la tarde algún zorro cazando en los prados húmedos o acudiendo al  bebedero. Las destrezas y los conocimientos aprendidos con el trío de zorros que he seguido desde enero me están facilitando grandemente la observación de zorros en muchos otros territorios y enclaves pues he acabado conociendo o deduciendo las preferencias de la especie por sus lugares de caza.
Esta faceta de la fotografía de naturaleza es quizá la que más me atraé y aunque la labor fotográfica es emocionante, no es nada comparable con el descubrimiento de las relaciones entre el ecosistema y los seres que lo habitan. 

Al margen quedan las fotos realizadas durante estos días en los que estoy probando la nueva Canon EOS 5d Mark III comprada en Fotocasión (muchas gracias Sergio por facilitarme una) y de la que intentaré hacer un informe extenso en breve pero siempre estará primero el trabajo de campo con la fauna y flora.


© Francisco M. Martín -  Imágenes Naturales




martes, 20 de marzo de 2012

Nuevos Retos

A falta de comprobarlo parece que la hembra de zorro ya ha parido pero, como suele ocurrir en la fotografía de naturaleza, ha cambiado por sorpresa las reglas del juego pues no ha usado la madriguera que tenía mejor preparada de tres que conocía. Parece que ha elegido para criar una zona próxima más boscosa en la que hay leña abandonada y en la que hace tiempo que no entran los seres humanos. 
Por allí se mueve la pareja pero es una zona de avistamiento complejo para el naturalista. Todo el trabajo fotográfico hay que recomponerlo rápidamente pues aún no he localizado la nueva madriguera. Habrá que dedicar varias sesiones de campo para trastear por la dehesa en busca de emplazamiento exacto donde ha parido y poder planificar posteriormente las tomas.
Mientras tanto aquí os muestro una postura en la que se quejaba de las patadas que los zorrenos le daban en el vientre.

EOS 5D Mark II, EF 500mm f4 L IS, monopie Gitzo

© Francisco M. Martín - Imágenes Naturales

jueves, 15 de marzo de 2012

Al anochecer

Una pausa en las dehesas y el río Tormes se ofrece a su paso por la ciudad en todo su esplendor.

Canon EOS 1D Mark IV, EF 500mm f4 L IS, Convertidor 1,4x II
1/640 sec f5,6 Exposición Manual e ISO automático elegido por la cámara  ISO 6400
Flash 580EX II y Better beamer

© Francisco M. Martín  - Imágenes Naturales

martes, 13 de marzo de 2012

Hembra de zorro de caza por la dehesa

Este año parece que no quiere llover y las dehesas están en las últimas. Los pastos secos y los arroyos sin agua. Parece que los pronósticos para los próximos días dan algo de lluvia y puede que la primavera se acabe arreglando a nivel fotográfico y por supuesto para la gente del campo.
Los animales tienen también que hacer un esfuerzo añadido en busca de comida pues apenas hay alimento. Aquí os presento a la hembra de zorro que estoy siguiendo este año y que como podéis ver, le queda poco para parir. La encontré trotando por la dehesa en busca de ratones que pudiera haber escondidos entre las raíces de las viejas encinas.



Canon EOS 5d Mark II, EF 500mm F4 L IS, monopie Gitzo

© Francisco M. Martín / Imágenes Naturales

Por fin toqué a la zorra

Aquel día marcó un antes y un después en mi vida personal. Me encaminaba como cada jornada a mi destino fotográfico pensando en nuevas toma...