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martes, 3 de abril de 2012

Naturaleza sorprendente

Durante el inicio del celo y los meses posteriores mis observaciones de la pareja de zorros eran más o menos constantes gracias a mi conocimiento del corazón de su territorio. Conocía, tanto su horario, como las rutas o zonas de caza y bebederos, lo que me facilitaba encuentros semanales con ambos y también seguir con cierta asiduidad sus movimientos. Sin embargo, conforme la hembra ha ido engordando con el embarazo he notado un cambio en sus horarios y por supuesto en sus capacidades de caza. Esta ha llegado a permanecer reposando largo rato entre la vegetación o en las proximidades de la zorrera elegida  mientras observaba al macho cazando ratones o topillos. Su estado no le permitía grandes desplazamientos y la verdad, daba la sensación de estar realmente cansada o molesta con los zorrillos en su interior.
La tranquilidad en el territorio de los zorros me permitía disfrutar de estas escenas de familia pero, en algún momento imperceptible para mí, la hembra dejó de ser visible y no me dí cuenta de su desaparición constante hasta pasados unos diez días ya que tampoco conseguía avistar a la pareja todos los días que acudía a la zona de campeo. Así pasó algo más de una semana, hasta que en una acción de caza del macho, este, una vez atrapada la presa, me sorprendió llevándola en dirección contraria a la que yo esperaba. Tras cazar el roedor  yo esperaba que se desplazara hasta la zorrera que había visto excavar durante el mes de febrero para regalárselo a la hembra. Sin embargo, el macho optó por cambiar de dirección cruzar la pista que parte en dos su territorio, e internarse en una zona de encinar maduro que  ha sido desmochado y del que aún quedan multitud de ramas y ramón esparcidos para la alimentación del ganado en este año tan duro a nivel climatológico.


Hembra Uno ubicada en zorrera excavada.
Cámara Canon EOS 5D Mark III,  Zoom Canon EF 100-400mm f4,5-5,6 L IS USM.
A pulso. 1/1000 f5,6 ISO 8000

Rápidamente con los prismáticos giré en su busca y vi como casi desaparecía en la distancia. Cansado de seguir con la vista sus movimientos estaba a punto de tirar la toalla y bajar los brazos cuando me pareció ver una alucinación. El macho con su caza había desaparecido por la izquierda de mis prismáticos entre los robustos troncos de encina, pero a la derecha otro zorro surgía de la nada con actitud cariñosa, como las hembras en celo o los cachorros en busca de comida. La visión fue muy fugaz pues en la distancia los troncos gruesos del encinar se apiñan impidiendo o dificultando la observación pero me pareció identificar que la hembra con la comida que le había traído el macho, en la boca se había subido a una encina y desaparecido en ella. Una visión tan confusa y rápida que llegué a dudar de haberla vivido.
Tal y como os conté en el post anterior, parecía que la hembra finalmente había cambiado de madriguera y elegido una zona boscosa, menos pisada, y en la actualidad mucho más tupida gracias a las ramas desmochadas por el hombre. O al menos eso es lo que me decía mi cerebro que había observado. Casi convencido de mi visión he seguido visitando el nuevo territorio buscando la posible zorrera pero la abundancia de ramas y restos abandonados no me habían permitido encontrarla. Además siempre había partido de la premisa de buscar por el suelo en busca de restos de zonas excavadas. Así han ido pasando los días y he seguido cosechando fracaso tras fracaso pues los zorros se habían vuelto casi invisibles.
Tras diversos intentos fallidos una tarde noche, de regreso al vehículo, vi en la distancia el territorio primitivo en el que la hembra había excavado la zorrera que tenía controlada y con sorpresa pude disfrutar de una visión de la hembra intentando expulsar a una pareja de cuervos que sobrevolaban la zona. Los cuervos llegaron a bajar a unos cinco u ocho metros del suelo, difícil de calcular en la distancia, y la hembra daba saltos intentando sin éxito atraparlos. Estaba claro que ya había parido. Incluso uno de ellos se posó a escasos metros de la zorra lo que la hizo arrancarse a la carrera pero sin lograr su objetivo. Este comportamiento tan agresivo me extrañó pues, o tenía comida, o los cuervos sobrevolaban en el corazón mismo de su territorio, es decir la zorrera y ella pretendía expulsarlos.
Pero ¿como era capaz de reconocer el sexo del animal?. Muchas veces por su forma de orinar pero otras por las diferencias claras en su cola que podéis observar en las fotos que aporto en esta entrada.

Macho afectado por posible sarna y dueño del territorio de al menos dos hembras.
Cámara Canon EOS 5D Mark III,  Zoom Canon EF 100-400mm f4,5-5,6 L IS USM
A pulso. 1/640 f5,6 ISO 8000

Esta observación de la hembra hizo que la duda sobre la elección de la madriguera aumentara más aún y me decidí a reinstalar al cámara trampa con vistas a descubrir si la madriguera excavada estaba siendo usada, o no. Si la zorra había parido en ella tendría que aparecer tarde o temprano saliendo o entrando. Así pues y con el máximo sigilo y rapidez la coloqué en una encina cercana y pretendía dejarla dos o tres días pero tal era mi curiosidad que me planté en la zona al día siguiente en busca de mi respuesta. Allí mismo visioné los vídeos con tanta suerte que localicé de inmediato uno en el que la hembra entraba a la zorrera, no sin antes observar en todas direcciones en busca de alguna amenaza. Busque varios vídeos más adelante para ver cuando salía y no encontré ninguno, luego la hembra seguía en la zorrera a escasos metros de mi. Acababa de confirmar que la hembra y sus cachorros reposaban bajo tierra en el emplazamiento que esta había elegido en un principio. Rápidamente abandoné en silencio la zona y en casa disfruté frente al ordenador con la visión de esta zorra que, como si supiera que estaba siendo observada, dudó timidamente en entrar a su cubil.
Pero el macho seguía obstinadamente visitando el territorio en el que le había visto soltar la comida y situado casi un kilómetro más al oeste de la zorrera. Esto me ha desconcertado durante varios días hasta que finalmente llegó la solución.
Una tarde ventosa y húmeda me aposté a unos doscientos metros de la zona en la que me había parecido ver la entrega de la presa. Y casi al anochecer pude disfrutar de una de las visiones más impactantes que he tenido durante mi vida. Un zorro asomó repentinamente en lo alto de una encina hueca y arqueó su espalda en lo alto de la cruz del árbol para descender de forma rápida por el tronco vertical. A los pies de la encina se paró en seco y observó a izquierda y derecha, en todas direcciones. Me demostró su sexo al ponerse a orinar al mismo pie de su cubil. Parecía dispuesto moverse pero un golpe de viento o quizá algún roce de mi cuerpo la hizo ponerse alerta y con una urgencia inusitada trepó hábilmente por el tronco de la encina para desaparecer de nuevo por la cruz del árbol.
No se si la había molestado pues estaba a una distancia considerable de ella pero el caso es que desapareció y yo decidí irme con la certeza en mi mente de que me encontraba ante dos hembras con crías con sus cubiles situados a unos ochocientos metros uno del otro y probablemente fecundadas por el mismo macho. 

Macho en la encina elegida por la Zorra Dos para criar.
Cámara Canon EOS 5D Mark III,  Zoom Canon EF 100-400mm f4,5-5,6 L IS USM.
A pulso. 1/640 f5,6 ISO 10.000


Al llegar a casa empecé a buscar bibliografía y finalmente la enciclopedia de La Fauna Ibérica de Felix Rodríguez de la Fuente me dio la solución. Existen estudios realizados por diversos naturalistas, fuera de la península Ibérica, que demuestran la existencia de poligamia en determinadas poblaciones de zorros y yo me encontraba ante uno de estos ejemplos. 
Sin saberlo pensaba que se trataba de una sola hembra y como el territorio más favorable para la caza es un pastizal con roedores el macho cazaba allí y llevaba presas a una y otra hembras pensando yo que sólo había una pero finalmente mis observaciones de campo y la cámara trampa me han descubierto la realidad.
Esta sorprendente visión me ha obligado a replantear mis estrategia fotográfica y a repensar todo el trabajo, pues la hembra más esquiva es la que se ubica en la zorrera más atractiva, el tronco de la encina. Ya veremos  a ver como se desarrolla el trabajo fotográfico y si finalmente se puede hacer pero sin duda el trabajo de campo me ha resultado tremendamente enriquecedor para el conocimiento de este mamífero y por supuesto para mi disfrute personal. Ahora casi todos los días que salgo y en los lugares más diversos consigo avistar a última hora de la tarde algún zorro cazando en los prados húmedos o acudiendo al  bebedero. Las destrezas y los conocimientos aprendidos con el trío de zorros que he seguido desde enero me están facilitando grandemente la observación de zorros en muchos otros territorios y enclaves pues he acabado conociendo o deduciendo las preferencias de la especie por sus lugares de caza.
Esta faceta de la fotografía de naturaleza es quizá la que más me atraé y aunque la labor fotográfica es emocionante, no es nada comparable con el descubrimiento de las relaciones entre el ecosistema y los seres que lo habitan. 

Al margen quedan las fotos realizadas durante estos días en los que estoy probando la nueva Canon EOS 5d Mark III comprada en Fotocasión (muchas gracias Sergio por facilitarme una) y de la que intentaré hacer un informe extenso en breve pero siempre estará primero el trabajo de campo con la fauna y flora.


© Francisco M. Martín -  Imágenes Naturales




martes, 20 de marzo de 2012

Nuevos Retos

A falta de comprobarlo parece que la hembra de zorro ya ha parido pero, como suele ocurrir en la fotografía de naturaleza, ha cambiado por sorpresa las reglas del juego pues no ha usado la madriguera que tenía mejor preparada de tres que conocía. Parece que ha elegido para criar una zona próxima más boscosa en la que hay leña abandonada y en la que hace tiempo que no entran los seres humanos. 
Por allí se mueve la pareja pero es una zona de avistamiento complejo para el naturalista. Todo el trabajo fotográfico hay que recomponerlo rápidamente pues aún no he localizado la nueva madriguera. Habrá que dedicar varias sesiones de campo para trastear por la dehesa en busca de emplazamiento exacto donde ha parido y poder planificar posteriormente las tomas.
Mientras tanto aquí os muestro una postura en la que se quejaba de las patadas que los zorrenos le daban en el vientre.

EOS 5D Mark II, EF 500mm f4 L IS, monopie Gitzo

© Francisco M. Martín - Imágenes Naturales

martes, 13 de marzo de 2012

Hembra de zorro de caza por la dehesa

Este año parece que no quiere llover y las dehesas están en las últimas. Los pastos secos y los arroyos sin agua. Parece que los pronósticos para los próximos días dan algo de lluvia y puede que la primavera se acabe arreglando a nivel fotográfico y por supuesto para la gente del campo.
Los animales tienen también que hacer un esfuerzo añadido en busca de comida pues apenas hay alimento. Aquí os presento a la hembra de zorro que estoy siguiendo este año y que como podéis ver, le queda poco para parir. La encontré trotando por la dehesa en busca de ratones que pudiera haber escondidos entre las raíces de las viejas encinas.



Canon EOS 5d Mark II, EF 500mm F4 L IS, monopie Gitzo

© Francisco M. Martín / Imágenes Naturales

Por fin toqué a la zorra

Aquel día marcó un antes y un después en mi vida personal. Me encaminaba como cada jornada a mi destino fotográfico pensando en nuevas toma...