Aquel día marcó un
antes y un después en mi vida personal. Me encaminaba como cada jornada a mi destino
fotográfico pensando en nuevas tomas de juegos, posturas, comportamientos, en intentar
sacar otros datos e imágenes de la camada de zorros 2014 que esta siguiendo.
Desde que era jóven he
soñado con ver mamíferos salvajes, fotografiarlos en su ambiente, ver sus rastros, sentir su
presencia en el monte,… Lo que más me atrae es conocer sus costumbres, vencer
sus resistencias, sentirme unido a ellos como un ser vivo más de este mundo.
Dejar unos minutos de ser hombre para volver a mis ancestros y comunicarme con
esos animales a los que nuestros antepasados
atribuían poderes sobrenaturales convirtiendo a determinadas especies en
una especie dioses paganos con roles místicos de suma importancia.
Más de una vez había
soñado con tocar a un zorro. Aunque las sensaciones táctiles fueran muy
semejantes a las de un perro o un gato, el contacto con un animal salvaje era
para mi algo mágico, doblegar sus miedos, sentir ese contacto con un animal
salvaje que lo normal es que te rehuya…
Ya de joven tuve en mis
manos a un zorrillo, lamentablemente cautivo, que se subió a mis hombros. El
pobre estaba desvalido, alejado de su familia y sólo. No fue una sensación
agradable por la lástima que producía su ansioso estado de ánimo pero fue un
encuentro mágico. Casi el primer contacto tan cercano con un mamífero.
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Imagen realizada por Roberto García. Aparezco con menos de 18 años y ya haciendo fotos de naturaleza y fauna aunque en esta ocasión estaba encarcelada. |
Más tarde he cuidado algún fin de semana, también a otros zorrillos que llegaban al Centro de Recuperación de
Animales Salvajes de Salamanca.
Otro encuentro singular
fue durante una de mis visitas a Doñana donde pude disfrutar de la cercanía de la lince hembra Esperanza
al entrar en su jaula. Esta hembra de lince ha muerto recientemente y supuso
para mi el primer contacto con esta especie. Una hembra troquelada al haber sido recogida muy jóven y que siempre vivió en cautividad. Compañera de otra hembra llamada morena mucho más agresiva.
Iba en mi coche absorto en
estos pensamientos y sensaciones placenteras por la carretera cuando a lo lejos
pude avistar un bulto relativamente grande que parecía moverse algo a
pesar de estar caído en mitad de la vía.
Nada más llegar al lugar
se me abrieron los ojos como platos. Una hembra de zorro estaba muriendo ante
mis ojos. El impacto había sido bastante fuerte pues se desangraba por el morro y por
atrás. Murió casi de forma instantánea. Me encontraba en pleno territorio de mi
zorra, aunque nunca la había visto en la carretera ni cerca de ella. Las zorreras que yo conocía se situaban apenas a setecientos metros de la zona del
impacto aunque el día anterior había vuelto a desplazarse con ellos y yo no había localizado
aún el nuevo emplazamiento de la zorrera. En un primer momento no me di cuenta
que podía ser la hembra que yo fotografiaba, pero rápidamente até cabos,… podía
ser perfectamente mi hembra, la que conocía desde hace tres años al menos. A la
que había visto tres años criar y conocía tan bien.
Este ejemplar viejo tenía
esta primavera bastantes garrapatas y unos días antes la había visto una garrapata grande y clara en la pata delantera derecha. Muerta ya, con su cuerpo flácido aún,
rebusqué entre su pelo satinado y sano, brillante y allí estaba la garrapata.
Era mi zorra, la que tantas alegría me había dado estos últimos tres años. La que había visto por primera vez, azotada por la sarna y presionada entre los territorios de otras dos zorras.
No es que fuera mía, lo
era por la singularidad de su conocimiento y por los años de observación.
Siempre fue un ejemplar salvaje que nunca necesitó de mi para subsistir, jamás
había dependido de mi ni me buscaba ni necesitaba, pero a fuerza de los años se
había acostumbrado a mi presencia cercana y me aceptaba con mi ropa siempre
igual y oliendo siempre a los mismos olores, con mi coche rechinante y sucio
que se movía de aquí para allá por su territorio. Ella estaba acostumbrada a
mis movimientos aunque no sabía a que se podían deber pero miraba de reojo
para ver si era el ser humano conocido de siempre o una amenaza en su territorio. Pocas veces me bajaba del vehículo pues la mejor forma de observarla era para el coche a la sombra de una encina y poner a observar hasta encontrar algún movimiento.
Así, frente a mi la realidad aplastante del cadáver de la Rabona cerraba un ciclo en mi vida que ha durado cerca de cuatro años desde que por casualidad me encontré en el 2011 con una camada de zorros al pie de una pista regresando a mi casa. Esa hembra, muerta ya, me dio una gran satisfacción pues pude hacerle bastantes fotos y disfrutar de la vivencia de momentos inolvidables con su camada, fruto de las cuales conseguí un premio en la web Fotonatura.
En fin, he pospuesto esta entrada en repetidas ocasiones pero finalmente me enfrento a la necesidad de pasar página. El duelo ha durado un mes, poco parece después del impacto inicial, pero es que la vida continúa e inevitablemente el cerebro reestructura sus recuerdos y establece afinidades y emociones constantemente pero, si tengo que decir que la experiencia vivida con mis zorros (si se me permite esta expresión no por ser de mi propiedad sino por la sensación de formar parte de su clan) ha sido una si no la más intensa y duradera que he vivido con la fauna salvaje. Osos, lobos, linces son valorados por encima debido a su escasez o carácter mítico pero el zorro es sin duda el superpredador de Salamanca y he disfrutado intensamente con los momentos que me ha dejado compartir...
¡Gracias!
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Así me encontré a la Rabona aquella tarde de Mayo. |
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Una vez atropellada y recién muerta la transporte a una zona de la dehesa para que descansara en su territorio en lugar de en una cuneta al pie de la carretera. |
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Restos de la zorra Rabona fundidos ya con el universo. En menos de una semana los buitres y los invertebrados la desintegraron. |
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Vista general en la que se puede apreciar la garrapata. |
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Detalle de la garrapata que me servía para identificarla los últimos días. |
Posdata
Llevo retrasando esta entrada cerca de un mes por el dolor de la experiencia vivida pero hay que pasar página y quizá es el momento de buscar nuevas especies o ya veremos si al año que viene sigo con mis zorros. En todo caso en breve partiré hacia las islas Lofoten y Noruega por lo que hay que seguir adelante.
Lamento este triste fin en tu etapa y vivencias con esta zorra y aunque muchas personas no entenderán esa unión, lazo y afecto que se siente por un animal salvaje (el cual no conoce nada ni entiende a qué acude a menudo a su territorio ese ser bípedo con un "gran tubo") yo entiendo en parte ese sentimiento, pues es algo que, aunque de momento no tan fuerte ni continuado, siento hacia las poblaciones de especies que controlo y te regalan experiencias y sensaciones y que a menudo uno se acerca a ver (como aquel que va a ver a unos amigos) y reconforta ver que siguen ahi.
ResponderEliminarTambién animarte a seguir con tus vivencias y sesiones a los zorros, aunque no sea de forma tan exaustiva y abras el abanico a otras especies, aparte de que personalmente me encantan tus post sobre ellos seguro que sigues disfrutando y merece la pena invertirles tiempo.
Espero que disfrutes y aproveches ese viaje a Noruega,
Un saludo!
Vaya, siento tu dolor como casi mío, al fin y al cabo nos has permitido conocer a la familia durante estos últimos años y hemos visto crecer a unos y otros miembros del clan.
ResponderEliminarUna pérdida irreparable… Pero, como bien apuntas, la vida sigue, compañero…
Seguro que encuentras otros animales a los que seguir, otros a los que fotografiar… Nosotros esperamos ver por aquí tus fantásticas fotos y leer tus espléndidos relatos…
Disfruta por Noruega, ¡seguro que traes un par de carretes en la mochila!
Un saludo y feliz verano.
P.D.: Me gusta mucho más ahora el blog; está mucho más 'limpio', más fácil de ver y leer… Enhorabuena.
Gracias a los dos por vuestros comentarios. Con el paso del tiempo todo se suaviza pero fue un impacto fuerte ver in situ la muerte del ser que llevaba fotografiando tanto tiempo. Desde luego no me esperaba este desenlace pero son las cosas del directo.
ResponderEliminarEl nombre de la entrada viene a cuento de que muchas veces cuando la fotografiaba pensaba en que sentiría yo al tocar esa piel y ese pelo. Al fin y al cabo desde mi coche vestido con su red de camuflaje o desde el hide la había tenido cerca y casí había tenido la tentación de alargar la mano como si de un superhéroe se tratara para acariciar a ese ser vivo que tantas alegrías me había dado, al que habíamos conseguido curar de sarna y el que tantas camadas había sacado adelante ante mis ojos.
Gracias por todo a ambos!
Pues qué pena me da. Comprendo el abatimiento que sientes tras este desgraciado hecho. Aunque este hecho no sea dictado por la ley natural hay que seguir para adelante. Ojalá nos deleites con más reportajes de zorros y de lo que venga. ¿qué pasó con la camada?
ResponderEliminarHola Paco, una triste historia. Pero desarrollaste un excelente trabajo con ellos estoa últimos años, cási cabe darte el pésame...Un abrazo
ResponderEliminarGracias por compartir, q triste y hermosa historia
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