martes, 9 de abril de 2013

El Gato amenazado


De todos los mamíferos de la Península Ibérica, el lince es quizá, el más emblemático. Su fisonomía tan peculiar con las barbas y los pinceles de sus orejas o su carácter valiente pero confiado, junto con su escasez hacen de este mamífero uno de los más deseados por los fotógrafos y los observadores de la naturaleza.
Desde hace unos años son legión los fotógrafos y observadores que acuden o acudimos a determinados puntos de la península por todos conocidos, con la intención al menos de ver a este mamífero sino fotografiarlo. Muchos de nosotros hemos tenido la inmensa fortuna de sentirlo cerca y observarlo con tranquilidad aunque las fotografías son harina de otro costal pues muchas veces se enmascara entre la vegetación o se presenta a horas imposibles o la distancia impone su implacable límite para la fotografía.
Yo me considero uno de los afortunados que pese a vivir lejos de las zonas de distribución he podido verlo en repetidas ocasiones y disfrutarlo e incluso he contado con un permiso fotográfico para acceder a zonas acotadas en las que se trabaja más cómodo pues la fotografía de animales exige distancias cortas y tranquilidad, circunstancia que muchas veces es incompatible con la observación desde miradores pese a las nuevas tecnologías.
El lince por lo tanto ha pasado de ser un mamífero invisible y casi desconocido a ser la joya de la corona de los fotógrafos, especialmente del sur. Todos vemos en Internet en páginas como fotonatura.org excepcionales imágenes de linces
De haber estado a punto de extinguirse, en la actualidad se puede considerar que la situación a cambiado y aunque los problemas sobre su conservación persisten, el número de individuos  sigue aumentando gracias a los ingentes esfuerzos de las administraciones públicas, en especial la Junta de Andalucía, y el personal tanto funcionario como contratado que permanece constantemente trabajando en pro de esta especie.
Así el lince está saliendo de su área de distribución original y en las zonas donde quedó acantonado su abundancia es tal que el problema sobre su gestión no se centra ya tanto en el número de individuos sino en encontrar áreas adecuadas para la suelta y la expansión de los que ya han nacido tanto en cautividad, como en libertad.
Este es el verdadero problema de este país ahora. La gestión del territorio para hacerlo compatible con la conservación de la fauna. Bajo la bandera de la crisis y la creación de empleo se están empezando a cometer desmanes que todos creíamos superados.
En Doñana la especie ha pasado de contar con apenas 30 individuos a rondar ahora los 70 de los que varios de estos se distribuyen fuera de las zonas protegidas entre cultivos intensivos de frutales y fresas y rodeados por carreteras, autovías y urbanizaciones.
Nuestras especies amenazadas se enfrentan al dilema de adaptarse al nuevo modelo de desarrollo urbanístico e industrial que no respeta nada o extinguirse. De nada sirven los ingentes esfuerzos e inyección de dinero en la cría en cautividad o en la alimentación suplementaria de especies como el Lince ibérico o el Aguila perdicera si no van acompañados de medidas serias de protección total del hábitat o de otra forma tendremos individuos de especies amenazadas malviviendo en hábitats artificiales y segmentados.
Una de las muestras del esfuerzo de voluntarios y trabajadores en defensa del lince se puede ver en este enlace a la Estación Biológica de Doñana donde mediante cámaras Web seguimos el proceso de cría en cautividad del lince en las instalaciones de El Acebuche. Una suerte poder disfrutar de los momentos más íntimos de este mamífero gracias a las nuevas tecnologías, algo impensable hace apenas diez  o quince años.
Por mi parte os muestro una pequeña colección de fotos de lince realizadas a lo largo de los años bien de forma planificada y estudiada, bien en encuentros fortuitos con la especie todas ellas realizadas con cámaras Canon EOS 5D y EOS 5D II y lentes de la misma marca, fundamentalmente el EF 500mm f/4 L IS USM, a veces con convertidor 1,4x II.










lunes, 1 de abril de 2013

Visitantes inesperados

Este año la prospección de los zorros se está complicando un poco. Desde hace días he dejado de ver a la hembra de la que conocía su territorio y he llegado a temerme lo peor por lo que he tenido que recurrir a instalar de nuevo las cámaras trampa para intentar comprobar si seguía o no en la zona. Unos días antes la había podido ver con prismáticos a una distancia razonable como para observar que detrás de su oreja derecha había sangre y falta de pelo por lo que podía haber tenido una pelea con otra hembra cercana, o un macho. Esto podía significar o bien que había muerto por peleas, por intervención humana o simplemente se había largado de la zona para evitar confrontaciones con otros miembros de su especie como me ocurrió el año pasado pero más avanzada la primavera.
Por otra parte aunque había podido contaros gracias a la observación de sus mamas inflamadas, que ha parido (como os muestro en la entrada anterior del blog), no he visto nunca a un macho con ella y la habitual zorrera que llevaba usando al menos desde hace dos años, este año está desierta aunque la preparó en algún momento durante el mes de marzo pero finalmente no la ha usado para el parto aunque todavía es posible que acabe transportando a los cachorros hasta esta madriguera.
Finalmente me decidí a instalar las cámaras en dos lugares de la dehesa y en apenas dos días me llevé la grata sorpresa de que la hembra sigue viva y está acompañada de un macho, pero ambos están afectados por lo que puede ser sarna (de ella ya los sabía y se puede ver en las últimas fotos), especialmente el macho que por lo que se ve en la grabación ha perdido por completo el pelaje por lo que la fotografía, si al final la realizo, será poco agraciada. Esta hembra ha cambiado sus horarios y se ha hecho repentinamente más nocturna. Ya había percibido durante las últimas observaciones que estaba muy inquieta mirando constantemente a su alrededor y despareciendo en repetidas ocasiones pero pensaba que era debido al estrés de la crianza.

A continuación os muestro el vídeo de este hallazgo realizado con la cámara colocada en las inmediaciones de la zorrera del año pasado.


Tras visitar las otras dos madrigueras conocidas y comprobar que no están ocupadas, me decidí a poner durante los mismos días, la segunda cámara trampa en las inmediaciones del amplio prado que los zorros usan de cazadero, a unos cuatrocientos metros de la madriguera usada durante los años 2011 y 2012.
Hace unos días en la zona había podido observar al anochecer lo que me pareció una pareja estable de zorros, el macho cojeando marcaba el territorio en torno a los montones de piedra y los arbustos, y la hembra, que se acercaba en actitud sumisa a él, por lo que me pareció un buen emplazamiento para colocar la segunda cámara.
En esta pequeña grabación  que comparto más abajo se puede ver fugazmente a esta pareja que por lo que se observa están perfectamente sanos. Ahora mismo desconozco por donde se distribuye su territorio, pero intentaré centrarme en esta pareja de zorros que acabo de descubrir y que aunque nunca he visto suficientemente cerca deben tener crías también.


viernes, 15 de marzo de 2013

A día de hoy en la dehesa

Acabo de regresar en un atardecer un poco insulso de la zona donde tengo localizados a los zorros y la triste noticia es que apenas a cuatro kilómetros de Salamanca en una zona yerma y despoblada, con suciedad y algo de escombros me he topado con la escena que os muestro a continuación.

Tejón atropellado. Cámara Nikon D3s 24-120mm f4 VR a pulso con el VR activado.
1/100 f8 ISO 1100

Parece imposible que este tejón atropellado pueda vivir en la zona donde lo he encontrado muerto. Entre autovías, carreteras, urbanizaciones paradas, naves vacias, suciedad y campos abandonados sin apenas comida que llevarse a la boca salvo las típicas lombrices e insectos que tanto le gustan a esta especie.

Detalle cabeza de Tejón macho atropellado. Cámara Nikon D3s y zoom Nikon 24-120mm f4 VR. Imagen a pulso con el VR activado.
1/100 f8 ISO 1100 Disparo en manual con ISO automático


 Me topé con este macho cuando estaba absorto en mis pensamientos sobre las próximas actuaciones en relación con los zorros. Parece por las fotos que la única hembra que tengo controlada este año ha parido ya, pues se le notan las mamas, pero en esta ocasión se ha desplazado bastante desde la zorrera conocida, con lo que de nuevo habrá que hacer trabajo de campo en la búsqueda de la nueva zorrera.


Zorra campeando en la que se puede apreciar una de las mamas muy desarrollada a causa de
la producción de leche. Imagen recortada.
Nikon D3s y zoom Nikon 200-400 f4 VR.
1/100 f5,6 ISO 1000, trípode Gitzo3530 y cabeza RRS BH55. VR activado

Zorra marcando su territorio.
Nikon D3s y zoom Nikon 200-400 f4 VR.
1/500 f4 ISO 4000, trípode Gitzo3530 y cabeza RRS BH55. VR activado

Zorra campeando. Imagen recortada.
Nikon D3s y zoom Nikon 200-400 f4 VR.
1/100 f5,6 ISO 1000, trípode Gitzo3530 y cabeza RRS BH55. VR activado

En esta ocasión he realizado las imágenes con una cámara Nikon que me ha prestado amablemente mi buen amigo y excelente fotógrafo Gaspar, al que podéis localizar en su web www.gasparfoto.com

jueves, 7 de marzo de 2013

A vueltas con los trípodes

Creo que a estas alturas todos sabemos que el trípode es algo fundamental para cualquier trabajo fotográfico que requiera grandes ampliaciones. No así para publicar en web donde al reducirse la imagen puede pasar desapercibido cierto grado de trepidación o cualquier pequeño defecto en la fotografía.
También puede que el trípode pase a segundo plano gracias a las mejores prestaciones de las cámaras en altos ISO pero pese a que podemos hacer grandes y buenas fotos a altos ISO también sabemos que el sensor de la cámara va perdiendo calidad a medida que subimos el ISO. Por este motivo nunca está de más, y especialmente si trabajamos haciendo paisajes, macro o fauna, llevar un trípode con nostros para aquellas fotos que pensamos que van a tener mayor impacto o que queremos ampliar más.


Desde hace más de veinte años llevo usando trípodes Gitzo intercalados con algún Manfrotto y tengo que reconocer que tengo diez trípodes o soportes de fotografía.
Si diez!!, de ellos tres son exclusivamente soportes para flashes de estudio, de marca Manfrotto, pero los otros siete son trípodes de campo y en su mayoría Gitzo, en concreto cuatro son Gitzo, un Manfrotto y dos de marca desconocida.

Uno de estos dos últimos es el primero que tuve a principios de los años 80, cuando empezaba en esto de la fotografía y que aún me sirve para sujetar la barrera o algún flash esclavo pese a los múltiples golpes y daños colaterales que ha sufrido.

Otro de los trípodes que compré, no profesionales, lo tuve que hacer por obligación pues en un viaje precipitado a Fuerteventura me encontré sin mi trípode al llegar a la isla, con lo que tuve que apañarmelas como pude con uno que adquirí en una tienda de fotografía de la península de Jandía. 



Desde entonces hasta los atentados de las Torres Gemelas los trípodes siempre iban conmigo en el avión pero tras las restricciones de los vuelos he tenido que volver a guardarlos en la maleta con el riesgo que ello supone de no poder disponer de ellos en el destino si se pierde el equipaje.

Bogen 3027
Pero volviendo al tema de los trípodes, el primero profesional que pillé en un viaje a Nueva York fue un pesadísimo trípode de aluminio, el Gitzo Studex 320, lo mejor de lo mejor en el año 1990. Había leido en un libro del fotógrafo Jhon Shaw que este era uno de los mejores trípodes y no dude un momento en hacerme con él. Este trípode me acompañó durante cerca de ocho años en mis correrías por el monte y llegó a ser un compañero tan inseparable que adquirí un poncho impermeable con el objeto de dormir bajo sus patas extendiendo el poncho a modo de tienda de dos aguas. Recuerdo alguna noche dormir en las Hoces del río Duratón y en las Batuecas bajo una intensa lluvia y la combinación poncho trípode me permitió salir más o menos airoso.
Una de las primeras modificaciones que le hice fue la de acortar la columna central para reducir su peso y lo que es más importante, poder colocar la cámara más cerca del suelo y poder realizar en mejores condiciones la fotografía macro. De nuevo esta recomendación la saque de los libros y fotografías del americano Jhon Shaw, una referencia para mi en fotografía de paisaje y macro. Sus platos eran hexagonales y muy molestos cuando trabajabas en fotos verticales.

También lo usé como perchero en mis primeros años en Barcelona, cuando estaba empezando y no tenía ni un duro. Tan grande era su resistencia que no sólo aguantaba mi ropa y la de mi compañera sino que también lo usaba en el campo para hacerme camino entre la maraña de jaras, brezos y zarzas. Lo equipé con otra cabeza pesadísima, la Bogen 3027, de platos hexagonales, exageradamente grandes y pesados además de molestos en su manejo.




Manfrotto 168
Pero su peso, con el paso del tiempo y la edad, llegó a ser insoportable y acabé comprando para los viajes largos y las marchas un Manfrotto 190 que durante algunos años y pese a sus limitaciones fue mi trípode de batalla. Este era el trípode más ligero de Manfrotto y era capaz de soportar las, por entonces, pesadas lentes de Nikon y Canon. A este le instalé una rótula de Manfrotto también con platos hexagonales. El modelo 168, una rótula humilde pero eficaz.



Por aquella época empezaba a oírse en España que existía una rótula de grandes prestaciones aunque un tanto impredecible, pues a veces se bloqueaba, pero que era lo mejor de lo mejor. Estoy hablando de la Arca Swiss y un grupo de amigos encabezado por Fernando Bandín y Oriol Alamany decidimos hacer una importación masiva pues no se podía adquirir en España y por supuesto Internet y Ebay o Amazon eran desconocidos por completo en aquella época.


Arca Swiss B1
Nos hicimos cada uno de nosotros con una de estas rótulas, modelo B1, al "módico" precio, finales de los noventa, de 60.000 ptas, o lo que es lo mismo 360 Euros. Esta rótula pronto se impuso pese a la cantidad de problemas que da al bloquearse obligando a hacer trabajos de reparación in situ.  Creo que el sistema Arca ha dominado el mercado gracias a sus platos de gran agarre y tamaño mínimo, ligeros y bien acabados, no tanto por el éxito de sus rótulas aunque ahora existen modelos carentes de estos problemas pero la competencia ahora es atroz, a diferencia del año 2000.


Gitzo 1227
Aquella rótula tan distinguida no podía ir en un humilde Manfrotto 190 y adquirí en Fotocasión el Gitzo 1227, mi primer Gitzo de carbono, tras compararlo exhaustivamente con el Manfrotto, que amablemente me dejaron probar en Fotocasión, también de carbono y comprobar que el Gitzo, aunque más caro era mucho más estable y resistente.




Markins M20
Este Gitzo hasta hace pocos años ha sido el mejor de mis trípodes pues suponía una solución de compromiso entre peso y eficacia. Con un peso contenido podía desplazarme sin cansancio por el campo y podía sustentar junto con la B1 un pesado EF 500mm  f/4 de Canon que adquirí también en aquellos años. Finalmente me vi obligado a adquirir una rótula nueva pues la B1 daba más problemas que ventajas y opté por la Markins M20 que recomiendan en nikonians.org y la verdad es que supuso un alivio pues sus 500 gramos de peso son capaces de gestionar sin problemas cualquier lente hasta un 600mm.

Pero con el paso del tiempo  el Gitzo 1227 se fue deteriorando y la gota que colmó el vaso fue su extravío en Africa, pese a que lo recuperé seis meses mas tarde, gracias a la intervención dos buenos amigos, Alberto Hernández y Carmen Gestoso, que removieron lo irremovible para localizarlo y que me llegara sano y salvo hasta mi casa en España.


Gitzo GT3530
Durante estos seis meses tuve que adquirir, en Fotocasión, un trípode nuevo y opté por otro Gitzo de carbono pero más pesado, el GT3530 de la serie Sistematic. Se caracteriza por la ausencia de columna central con lo que todo el peso de la cámara y el objetivo descansa sobre la estructura del trípode eliminando vibraciones indesadas. Esto reduce un poco su altura. Una de sus ventajas es el nuevo sistema de cierre de sus patas muy rápido, a diferencia del sistema de rosca del Gitzo Studex 320 y del Gitzo 1227.

Además tuve que adquirir una rótula nueva pues aunque había sustituido la Arca Swiss B1, que resultó no ser tan buena como prometía, por la Markins M20, excelente y ligera, esta se quedó en Africa también ampliando sus vacaciones atornillada al trípode. Es como si mi trípode y rótula no quisieran abandonar este continente mágico.


RRS BH55
En relación con la rótula opté por el modelo de Really Right Stuff BH-55 con cabezal panorámico que es muy pesado pero excepcional para la realización de cualquier tipo de trabajo incluidas las fotos panorámicas horizontales y las arquitectónicas con objetivos descentrables.
Me llegó directo de EEUU con la correspondiente receta de aduanas que te quita las ganas de volver a comprar en aquel país.

La combinación del Gitzo 3530 y la BH-55 me ha permitido trabajar con la seguridad y tranquilidad de que ni el viento, ni la fuerza del agua podrían afectar a mis fotos, pero de nuevo supera con creces el peso que estoy dispuesto a soportar durante largas caminatas pese a que la mayor parte de las veces mi mujer y compañera Elena o mi amigo Jesús Herminio lo han transportado, haciéndome un gran favor por la comodidad de llevar yo en exclusiva el equipo fotográfico.

La edad no perdona y aunque es un trípode de carbono es muy, muy estable y por lo tanto bastante pesado. Excepcional para el trabajo tranquilo cerca del vehículo o en pequeñas marchas o dentro del hide acompañado de una wimberley 200 para el teleobjetivo.

Finalmente llegó a España de sus vacaciones mi Gitzo 1227 y la Markins pero el trípode está pendiente de una revisión en profundidad para reparalo.


Así, el año pasado tuve que adquirir, también en Fotocasión, mi último tripode el Gitzo 1542t. Me acerqué dos veces a Madrid pues la primera vez que lo probé no quedé convencido de su resistencia pues después de usar el GT3530 este me pareció un trípode de juguete.

Gitzo GT1542t
Finalmente di el paso y lo compré y la verdad es que no puedo estar más contento con esta adquisición.
Su peso ronda el kilo pero al agarrarlo da la sensación de ser una pluma en la mano. Evidentemente tiene limitaciones y aunque en sus especificaciones técnicas indica que soporta hasta ocho kilos, con lo que una combinación de cámara y teleobjetivo de 500mm podría ser usada,  creo que sólo debe usarse con esta combinación en situaciones límite.
Lo adecuado, para mi gusto, se sitúa en torno a los cuatro kilos de peso. es decir un 70-200 f2,8 o un 300 f4, o 100-400.

Con este trípode la técnica ha de ser incluso más pulcra y hemos de actuar con más atención para evitar cualquier vibración pues el reducido diámetro de sus patas hacen que le afecten en mayor medida el viento, el cable del disparador bailando en el aire o la propia correa de la cámara tambien suelta y oscilando mientras se hace la foto. Esto último lo he podido comprobar haciendo fotos en interiores y contrastando su nitidez.

Con este trípode lo imprescindible es usar la menor altura posible, tener la cámara centrada en la rótula para lo que de nuevo es un buen accesorio un plato de cámara en forma de L para las fotos verticales, y reducir las vibraciones al máximo levantando el espejo y esperando unos segundos a hacer la foto evidentemente evitando que las correas, los disparadores o viento induzcan vibraciones en la imagen. Incluso si estamos en interiores o en sustrato arenoso, o en puentes o pasarelas de madera, evitar movernos para que nuestras pisadas no afecten a la realización de la foto.

Sunway Foto FB-36
Un trípode tan ligero se merecía una nueva rótula ligera y precisa y aunque la Markins M20 sigue funcionando perfectamente encontré en Fotoboom las Sunway Foto, que había visto usar a algún fotografo americano. 

Aunque también se venden en Ebay el precio de Fotoboom es altamente competitivo y además con factura para desgravar.

El modelo que adquirí en principio fue el FB-28 pero al llegar, y pese a que las especificaciones técnicas indican que soporta hasta ocho kilogramos, me pareció tremendamente inestable y más adecuado para una cámara compacta que para un reflex. 
Una vez sustituida por la FB-36 el modelo superior y de apenas 300 gramos la combinación entre trípode y rótula ha salido redonda.
Un conjunto que pesa tan solo 1308 gramos y con unas dimensiones limitadísmas pero altamente funcional cuando se trata de realizar marchas largas o incluso alguna sesión corta con teleobjetivo.
Con la edad cualquier peso añadido al equipo se ha de meditar en profundidad pero lo que es incuestionable es que para un fotógrafo de paisaje, macro o arquitectura un trípode es un accesorio que no se puede eludir. En el caso de la fotografía de fauna y aunque con los estabilizadores, los nuevos y ligeros teleobjetivos de Canon y los altos ISO, se ha ganado en portabilidad, sigue siendo también un buen compañero de fatigas, más aún si realizamos la mayor parte de las fotos desde un hide.


© Imágenes Naturales - Francisco M. Martín

domingo, 17 de febrero de 2013

Vida y muerte

Hace tiempo que por diversos motivos no actualizaba el blog. La situación del país y los derroteros que está tomando "gracias" a la gestión de los que lo gobiernan no infunden nada de optimismo y menos aún en una profesión tan difícil como la de fotógrafo de naturaleza. Ya el periodismo está siendo fuertemente atacado por la crisis, con despidos y bajadas de sueldo salvajes. Más aún la fotografía de naturaleza freelance que está sometida a los caprichos de los medios de comunicación más pendientes de otras areas que de la divulgación de los valores naturales.

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Tampoco ayuda a actualizar el blog la escasez de tiempo durante los cortos días de invierno con pocas horas de luz. En esta estación prefiero estar en el campo disfrutando lo más posible fuera, en la naturaleza, y cuando llego a casa y vuelco las fotos realizadas, pronto se hace la hora de pensar en las tareas del día siguiente y desconectar por cansancio.

Sin embargo, la primavera acecha a la puertas de la fría Castilla y en este invierno anómalo de altas temperaturas y lluvias fuertes pero escasas nevadas, he revivido nuevos proyectos que no pude afrontar el año pasado por falta de tiempo. Ya iré mostrando datos de otros mamíferos que he ido localizando y los proyectos sobre su fotografía.
Pese a los nuevos proyectos no he podido tampoco abandonar a mis familias de zorros, en primer lugar porque me muevo siempre por esa zona en busca de nuevos datos y en segundo lugar por la continuación del proyecto buscando nuevas imágenes que no he conseguido finalmente por los motivos que os contaré más adelante.
En mis charlas con alguno de los amigos el tema ha sido recurrente. 
¿Cómo están?, ¿los sigues avistando? ¿Y los cachorros?

Canon EOS 5d Mark III y Canon EF 70-200 f2,8 L IS USM II más convertidor Canon 1,4x III
Tras la desintegración de los grupos familiares se produjo un fuerte descontrol con grandes movimientos de los juveniles que pronto desaparecieron. De hecho desde julio o agosto del año pasado no he vuelto a ver ningún juvenil por la zona pese a que contaba con la esperanza de poder controlar al menos los movimientos dispersivos de alguno de ellos.
Los adultos sin embargo, mantuvieron con cierta flexibilidad sus territorios pero dejándose avistar de vez en cuando por la zona.
Hay que recordar que de las tres hembras que logré controlar el año pasado sólo quedaban dos. La zorra número dos había desaparecido perdiendo su camada en favor de la zorra número uno y nunca logré recuperar su rastro por lo que deduzco que se ha muerto aunque no he encontrado sus restos.


El macho era visto con frecuencia en la pradera cazando roedores y escarabajos pero desde finales de septiembre, en el inicio de la temporada de caza, no le he vuelto a ver. En un principio pensé que era también un momento adecuado para la dispersión pero fueron pasando los días y la sospecha de su pérdida se ha ido afianzando. Tenía la secreta confianza de poder disfrutar de un celo de este individuo y poder al menos en la distancia, ver una cópula pero estamos en febrero y el celo del zorro está acabándose, si no se ha terminado ya y no he conseguido ver al macho ni a ningún otro por la zona.
De las dos hembras que quedaban, la número uno y la tres, la enfermedad de la número tres fue remitiendo y había recuperado por completo su pelaje invernal haciendo que fuera muy difícil distinguirlas entre sí, tanto sólo por un delicado movimiento de sus patas ya que a la número tres le gustaba levantar una de sus patas delanteras como si fuera un perro de caza, actitud que casi nunca vi hacer a la número uno.
En el mes de agosto perdí durante quince días el rastro esta zorra número tres pero pronto la localicé desplazada un poco más al norte de su territorio habitual. Los contactos visuales eran semanales y pese a la ausencia del macho la tranquilidad reinaba en la dehesa. 
Sin embargo, a mediados de enero dejé de nuevo de avistar a la número tres, en plena temporada de caza. Hay que puntualizar que en la dehesa que me muevo no se caza pero evidentemente los zorros tienen un territorio que excede esta propiedad por lo que podía ser que se hubieran desplazado fuera de la zona que controlo o que hubiera tomado contacto con algún cazador, con las consecuencias que esto conlleva.
Hacía, por tanto,  unos quince días que no veía a la zorra número tres y en este intervalo la zorra número uno había ido perdiendo pelo de la cola y los cuartos traseros recordándome la enfermedad pasada por la otra zorra.
Finalmente hace una semana acudí con un buen amigo veterinario para intentar avistarlos y ver si era posible localizar un macho o al menos a la otra zorra, la número tres.

Canon EOS 5d Mark III y 70-200 f2,8 L IS USM II
Tristemente tras nuestro trabajo de campo acabamos localizando muerta a la zorra numero tres. La situación de los restos no permite, con los medios de que disponemos, determinar la causa de la muerte por lo que no sabemos si ha sido muerte natural o causada por otros motivos. La localización de los restos, semiescondidos en el tocón de una encina, me  induce a pensar que no ha sido muerte natural pero bien puede haber sido transportada una vez muerta de causas naturales.
La temporada por lo tanto se presenta, de nuevo con las expectativas centradas en una sola hembra aunque aún no he podido comprobar si hay un macho en el territorio, por lo que no se si está preñada o no.
Os iré contando en próximas entradas.

Canon EOS 5d Mark III y 70-200 f2,8 L IS USM II


jueves, 20 de diciembre de 2012

Tiempo de renovación


Como cada año la Navidad está aquí, con sus fastos y felicidad contagiosa. Como cada año todos nosotros nos prometemos que aquellas metas deseadas las conseguiremos en el año entrante y también, como cada año, deseamos a nuestros familiares y amigos lo mejor para los próximos 365 días de nuestra vida.
Son fechas de alegría y buenos deseos que pronto, a veces muy pronto, caen en saco roto por culpa de la dura realidad del día a día que nos toca vivir.
Nos deseamos mutuamente salud, dinero, amor, aquel viaje o cámara apetecidos y como cada año perdemos el norte deseando grandes cosas y olvidando las importantes: las pequeñas.
Olvidamos darnos sonrisas y abrazos, olvidamos tenernos en cuenta, olvidamos buscar la compañía entrañable de los amigos, olvidamos en definitiva lo básico de la vida que es el deseo de sentirse vivo, vivir intensamente y transmitirlo al prójimo.
Este es mi deseo para este año, anhelo que todos nos sintamos vivos y sintamos las vibraciones de la vida que nos toca vivir, llenar nuestros pulmones con la brisa suave, sentir en nuestra piel el calor del sol, notar la humedad de la lluvia, apreciar los colores del atardecer, poder escuchar el murmullo de las aguas vivas, ver la vibración de las hojas y su baile otoñal, percibir el despertar de la primavera o el sentimiento de ciclo cumplido al llegar el verano…..
En este tiempo convulso en el que parece que ganan los “malos” con sus recetas mágicas e ineludibles contra los problemas económicos que nos aquejan, no podemos sin embargo, dejar de esforzarnos por mejorar este mundo y el único camino está en las cosas pequeñas. Día tras día cada uno de nosotros puede mejorar su entorno inmediato con pequeños actos de rebeldía o sabiduría según el prisma con el que lo veamos cada uno.
Os propongo el sencillo juego de intentar cada día del próximo año hacer de las pequeñas cosas nuestra meta. Y los pequeños pasos, día a día, construyen grandes trayectos y nos convierten en mejores seres humanos.
En lugar de centrarnos en el deseado oso o lince, hacer a un sencillo herrerillo la mejor foto de nuestra vida. En lugar de pensar en lugares inhóspitos y salvajes como motivo de un viaje convertir nuestras salidas diarias o de fin de semana  en el mejor destino para nuestro trabajo o profesión. En lugar de escoger sólo encargos de grandes clientes, aceptar las propuestas de cualquiera por pequeño que sea, siempre que sean honestas y adecuadas a nuestra ética profesional.
Centrándonos en los pequeños detalles conseguiremos alcanzar los grandes.
¡Felices fiestas y un año nuevo más vital para todos vosotros!

Navidad en La Gomera. Islas Canarias

martes, 6 de noviembre de 2012

Botswana y Namibia: relato de un viaje

Tal y como reza el cartel, este próximo viernes 9 de noviembre tendrá lugar una proyección, con tertulia, sobre nuestro último viaje a Namibia y Botswana. El aforo es libre por lo que estás todos invitados a compartir esta experiencia en el Centro Julián Sánchez El Charro de Salamanca, situado en la Plaza de la Concordia, s/n.


   Desde el primer mundo, este en el que nos encontramos, África se ve como algo mágico y misterioso, como esa tierra desconocida, plagada de retos y aventuras en la que la vida se vive al momento, pues el mañana puede que no se haga presente nunca. En cierta medida esta idea romántica y esencialmente vital del continente negro es fruto de películas como "Memorias de África" y de historias fabulosas que han llegado a nuestros días de la pluma de exploradores y escritores como David Livingston o Laurens Van der Post.

   En estas obras, los protagonistas narran auténticas vivencias, muy alejadas de lo que estamos acostumbrados en la vieja Europa, en las que se exponen a todo tipo de aventuras y riesgos por cumplir con el anhelo human más profundo: sentirse libre y dueño de sí mismo. Así, África supone enfrentarse con nuestro pasado, ese que sólo hemos estudiado en los libros, pero que se encuentra grabado en nuestros genes, en nuestros recuerdos atávicos como especie biológica y que nos lleva a sentirnos y a ser cazadores, recolectores, exploradores, ... Supone enfrentarnos a constantes imprevistos que moldean de continuo el viaje y te obligan a adaptarte. Esta incertidumbre cotidiana te hace sentir vivo, superar el adormecimiento en que estamos inmersos los occidentales dentro de nuestro lujo y comodidades enlatadas, ajenas a los ritmos naturales.

   Con estas ideas en la mente, un grupo de nueve amigos nos embarcamos el año 2010 hacia un viaje singular que pretendía recorrer y conocer parcialmente dos países: Botswana y Namibia. El viaje, minuciosamente planificado y diseñado como una ambiciosa ruta circular, partió desde Windhoek, la capital de Namibia, hacia el Okavango en Botswana, para regresar por la franja de Caprivi a Etosha y los territorios Himba, preludio del desierto de Sossusvlei y la Costa de los Esqueletos.

   Inconscientes de las dificultades y con esa desmedida avidez turística, nos lanzamos a recorrer y devorar kilómetros y kilómetros intentando en apenas veinte días engullir el alma vital del continente y lo que aprendimos fue que África es dueña de uno y no al revés, y su alma marca los ritmos y la cadencia del viaje. El temido y deseado continente no se deja domesticar y nos impone sin piedad el viejo refrán, que adaptado al viaje diría: "El hombre propone y África dispone".

   En cierta medida en cada viaje buscamos extraer el meollo de la vida, que para los aventureros se resume en sentirse vivo y hermanado con el planeta. En este sentido África es una alternativa perfecta para conseguir este objetivo. El que ha ido una vez queda para siempre enamorado de ese continente tan auténtico y espontáneo.

Por fin toqué a la zorra

Aquel día marcó un antes y un después en mi vida personal. Me encaminaba como cada jornada a mi destino fotográfico pensando en nuevas toma...