Creo que a estas alturas todos sabemos que el trípode es algo fundamental para cualquier trabajo fotográfico que requiera grandes ampliaciones. No así para publicar en web donde al reducirse la imagen puede pasar desapercibido cierto grado de trepidación o cualquier pequeño defecto en la fotografía.
También puede que el trípode pase a segundo plano gracias a las mejores prestaciones de las cámaras en altos ISO pero pese a que podemos hacer grandes y buenas fotos a altos ISO también sabemos que el sensor de la cámara va perdiendo calidad a medida que subimos el ISO. Por este motivo nunca está de más, y especialmente si trabajamos haciendo paisajes, macro o fauna, llevar un trípode con nostros para aquellas fotos que pensamos que van a tener mayor impacto o que queremos ampliar más.
Desde hace más de veinte años llevo usando trípodes Gitzo intercalados con algún Manfrotto y tengo que reconocer que tengo diez trípodes o soportes de fotografía.
Si diez!!, de ellos tres son exclusivamente soportes para flashes de estudio, de marca Manfrotto, pero los otros siete son trípodes de campo y en su mayoría Gitzo, en concreto cuatro son Gitzo, un Manfrotto y dos de marca desconocida.
Uno de estos dos últimos es el primero que tuve a principios de los años 80, cuando empezaba en esto de la fotografía y que aún me sirve para sujetar la barrera o algún flash esclavo pese a los múltiples golpes y daños colaterales que ha sufrido.
Otro de los trípodes que compré, no profesionales, lo tuve que hacer por obligación pues en un viaje precipitado a Fuerteventura me encontré sin mi trípode al llegar a la isla, con lo que tuve que apañarmelas como pude con uno que adquirí en una tienda de fotografía de la península de Jandía.
Desde entonces hasta los atentados de las Torres Gemelas los trípodes siempre iban conmigo en el avión pero tras las restricciones de los vuelos he tenido que volver a guardarlos en la maleta con el riesgo que ello supone de no poder disponer de ellos en el destino si se pierde el equipaje.
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Bogen 3027 |
Pero volviendo al tema de los trípodes, el primero profesional que pillé en un viaje a Nueva York fue un pesadísimo trípode de aluminio, el Gitzo Studex 320, lo mejor de lo mejor en el año 1990. Había leido en un libro del fotógrafo Jhon Shaw que este era uno de los mejores trípodes y no dude un momento en hacerme con él. Este trípode me acompañó durante cerca de ocho años en mis correrías por el monte y llegó a ser un compañero tan inseparable que adquirí un poncho impermeable con el objeto de dormir bajo sus patas extendiendo el poncho a modo de tienda de dos aguas. Recuerdo alguna noche dormir en las Hoces del río Duratón y en las Batuecas bajo una intensa lluvia y la combinación poncho trípode me permitió salir más o menos airoso.
Una de las primeras modificaciones que le hice fue la de acortar la columna central para reducir su peso y lo que es más importante, poder colocar la cámara más cerca del suelo y poder realizar en mejores condiciones la fotografía macro. De nuevo esta recomendación la saque de los libros y fotografías del americano Jhon Shaw, una referencia para mi en fotografía de paisaje y macro. Sus platos eran hexagonales y muy molestos cuando trabajabas en fotos verticales.
También lo usé como perchero en mis primeros años en Barcelona, cuando estaba empezando y no tenía ni un duro. Tan grande era su resistencia que no sólo aguantaba mi ropa y la de mi compañera sino que también lo usaba en el campo para hacerme camino entre la maraña de jaras, brezos y zarzas. Lo equipé con otra cabeza pesadísima, la Bogen 3027, de platos hexagonales, exageradamente grandes y pesados además de molestos en su manejo.
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Manfrotto 168 |
Pero su peso, con el paso del tiempo y la edad, llegó a ser insoportable y acabé comprando para los viajes largos y las marchas un Manfrotto 190 que durante algunos años y pese a sus limitaciones fue mi trípode de batalla. Este era el trípode más ligero de Manfrotto y era capaz de soportar las, por entonces, pesadas lentes de Nikon y Canon. A este le instalé una rótula de Manfrotto también con platos hexagonales. El modelo 168, una rótula humilde pero eficaz.
Por aquella época empezaba a oírse en España que existía una rótula de grandes prestaciones aunque un tanto impredecible, pues a veces se bloqueaba, pero que era lo mejor de lo mejor. Estoy hablando de la Arca Swiss y un grupo de amigos encabezado por Fernando Bandín y Oriol Alamany decidimos hacer una importación masiva pues no se podía adquirir en España y por supuesto Internet y Ebay o Amazon eran desconocidos por completo en aquella época.
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Arca Swiss B1 |
Nos hicimos cada uno de nosotros con una de estas rótulas, modelo B1, al "módico" precio, finales de los noventa, de 60.000 ptas, o lo que es lo mismo 360 Euros. Esta rótula pronto se impuso pese a la cantidad de problemas que da al bloquearse obligando a hacer trabajos de reparación in situ. Creo que el sistema Arca ha dominado el mercado gracias a sus platos de gran agarre y tamaño mínimo, ligeros y bien acabados, no tanto por el éxito de sus rótulas aunque ahora existen modelos carentes de estos problemas pero la competencia ahora es atroz, a diferencia del año 2000.
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Gitzo 1227 |
Aquella rótula tan distinguida no podía ir en un humilde Manfrotto 190 y adquirí en Fotocasión el Gitzo 1227, mi primer Gitzo de carbono, tras compararlo exhaustivamente con el Manfrotto, que amablemente me dejaron probar en Fotocasión, también de carbono y comprobar que el Gitzo, aunque más caro era mucho más estable y resistente.
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Markins M20 |
Este Gitzo hasta hace pocos años ha sido el mejor de mis trípodes pues suponía una solución de compromiso entre peso y eficacia. Con un peso contenido podía desplazarme sin cansancio por el campo y podía sustentar junto con la B1 un pesado EF 500mm f/4 de Canon que adquirí también en aquellos años. Finalmente me vi obligado a adquirir una rótula nueva pues la B1 daba más problemas que ventajas y opté por la Markins M20 que recomiendan en nikonians.org y la verdad es que supuso un alivio pues sus 500 gramos de peso son capaces de gestionar sin problemas cualquier lente hasta un 600mm.
Pero con el paso del tiempo el Gitzo 1227 se fue deteriorando y la gota que colmó el vaso fue su extravío en Africa, pese a que lo recuperé seis meses mas tarde, gracias a la intervención dos buenos amigos, Alberto Hernández y Carmen Gestoso, que removieron lo irremovible para localizarlo y que me llegara sano y salvo hasta mi casa en España.
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Gitzo GT3530 |
Durante estos seis meses tuve que adquirir, en Fotocasión, un trípode nuevo y opté por otro Gitzo de carbono pero más pesado, el GT3530 de la serie Sistematic. Se caracteriza por la ausencia de columna central con lo que todo el peso de la cámara y el objetivo descansa sobre la estructura del trípode eliminando vibraciones indesadas. Esto reduce un poco su altura. Una de sus ventajas es el nuevo sistema de cierre de sus patas muy rápido, a diferencia del sistema de rosca del Gitzo Studex 320 y del Gitzo 1227.
Además tuve que adquirir una rótula nueva pues aunque había sustituido la Arca Swiss B1, que resultó no ser tan buena como prometía, por la Markins M20, excelente y ligera, esta se quedó en Africa también ampliando sus vacaciones atornillada al trípode. Es como si mi trípode y rótula no quisieran abandonar este continente mágico.
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RRS BH55 |
En relación con la rótula opté por el modelo de Really Right Stuff BH-55 con cabezal panorámico que es muy pesado pero excepcional para la realización de cualquier tipo de trabajo incluidas las fotos panorámicas horizontales y las arquitectónicas con objetivos descentrables.
Me llegó directo de EEUU con la correspondiente receta de aduanas que te quita las ganas de volver a comprar en aquel país.
La combinación del Gitzo 3530 y la BH-55 me ha permitido trabajar con la seguridad y tranquilidad de que ni el viento, ni la fuerza del agua podrían afectar a mis fotos, pero de nuevo supera con creces el peso que estoy dispuesto a soportar durante largas caminatas pese a que la mayor parte de las veces mi mujer y compañera Elena o mi amigo Jesús Herminio lo han transportado, haciéndome un gran favor por la comodidad de llevar yo en exclusiva el equipo fotográfico.
La edad no perdona y aunque es un trípode de carbono es muy, muy estable y por lo tanto bastante pesado. Excepcional para el trabajo tranquilo cerca del vehículo o en pequeñas marchas o dentro del hide acompañado de una wimberley 200 para el teleobjetivo.
Finalmente llegó a España de sus vacaciones mi Gitzo 1227 y la Markins pero el trípode está pendiente de una revisión en profundidad para reparalo.
Así, el año pasado tuve que adquirir, también en Fotocasión, mi último tripode el Gitzo 1542t. Me acerqué dos veces a Madrid pues la primera vez que lo probé no quedé convencido de su resistencia pues después de usar el GT3530 este me pareció un trípode de juguete.
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Gitzo GT1542t |
Finalmente di el paso y lo compré y la verdad es que no puedo estar más contento con esta adquisición.
Su peso ronda el kilo pero al agarrarlo da la sensación de ser una pluma en la mano. Evidentemente tiene limitaciones y aunque en sus especificaciones técnicas indica que soporta hasta ocho kilos, con lo que una combinación de cámara y teleobjetivo de 500mm podría ser usada, creo que sólo debe usarse con esta combinación en situaciones límite.
Lo adecuado, para mi gusto, se sitúa en torno a los cuatro kilos de peso. es decir un 70-200 f2,8 o un 300 f4, o 100-400.
Con este trípode la técnica ha de ser incluso más pulcra y hemos de actuar con más atención para evitar cualquier vibración pues el reducido diámetro de sus patas hacen que le afecten en mayor medida el viento, el cable del disparador bailando en el aire o la propia correa de la cámara tambien suelta y oscilando mientras se hace la foto. Esto último lo he podido comprobar haciendo fotos en interiores y contrastando su nitidez.
Con este trípode lo imprescindible es usar la menor altura posible, tener la cámara centrada en la rótula para lo que de nuevo es un buen accesorio un plato de cámara en forma de L para las fotos verticales, y reducir las vibraciones al máximo levantando el espejo y esperando unos segundos a hacer la foto evidentemente evitando que las correas, los disparadores o viento induzcan vibraciones en la imagen. Incluso si estamos en interiores o en sustrato arenoso, o en puentes o pasarelas de madera, evitar movernos para que nuestras pisadas no afecten a la realización de la foto.
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Sunway Foto FB-36 |
Un trípode tan ligero se merecía una nueva rótula ligera y precisa y aunque la Markins M20 sigue funcionando perfectamente encontré en Fotoboom las Sunway Foto, que había visto usar a algún fotografo americano.
Aunque también se venden en Ebay el precio de Fotoboom es altamente competitivo y además con factura para desgravar.
El modelo que adquirí en principio fue el FB-28 pero al llegar, y pese a que las especificaciones técnicas indican que soporta hasta ocho kilogramos, me pareció tremendamente inestable y más adecuado para una cámara compacta que para un reflex.
Una vez sustituida por la FB-36 el modelo superior y de apenas 300 gramos la combinación entre trípode y rótula ha salido redonda.
Un conjunto que pesa tan solo 1308 gramos y con unas dimensiones limitadísmas pero altamente funcional cuando se trata de realizar marchas largas o incluso alguna sesión corta con teleobjetivo.
Con la edad cualquier peso añadido al equipo se ha de meditar en profundidad pero lo que es incuestionable es que para un fotógrafo de paisaje, macro o arquitectura un trípode es un accesorio que no se puede eludir. En el caso de la fotografía de fauna y aunque con los estabilizadores, los nuevos y ligeros teleobjetivos de Canon y los altos ISO, se ha ganado en portabilidad, sigue siendo también un buen compañero de fatigas, más aún si realizamos la mayor parte de las fotos desde un hide.
© Imágenes Naturales - Francisco M. Martín